A sus 34 años, a Álvaro Bautista no lo quería nadie en el Mundial de MotoGP, pese a ser uno de los buenos y haber terminado la temporada brillantísimamente. Así que, ni corto ni perezoso, todo lo contrario, entusiasmado, aceptó el ofrecimiento (y reto) que le propuso el ingeniero Gigi Dall’Igna, creador de todas las Ducati veloces: ser el piloto que intente el asalto al título mundial de Superbikes, el campeonato de las motos gordas derivadas de calle, arrebatándole la corona a Kawasaki y al británico Jonathan Rea, de 32 años, campeón en los últimos cuatro años. Y, de propina, ayudar a mejorar, como piloto probador, la ‘Desmosedici’ de Andrea Dovizioso y Danilo Petrucci para intentar, de nuevo, amargarle la vida al pentacampeón de MotoGP, Marc Márquez.

Desde el primer día que, en noviembre pasado, Bautista se subió a la Ducati ‘Panigale V4’, fue veloz, muy veloz. A principios de semana, se presentó en el precioso trazado de Phillip Island (Austrlia), donde arrancaba el Mundial de SBK, y fue el mejor. El sábado, ganó la primera carrera con 12 segundos sobre Rea y, el domingo, es decir, ayer, le dio otro baño, esta vez superándole por 14 segundos. Y porque no quiso más. Así que es ya líder del Mundial.

«Cuando llegué a Australia no me esperaba, desde luego, una doble actuación así», reconoció Bautista.

Además, aseguró tener una sensación muy especial después de ganar las dos carreras que se han disputado este fin de semana. «En diez años, no he vivido un fin de semana así; en diez años, no he vivido un sueño como éste». Confesó que cuando estaba en la parrilla solo estaba pensando «en intentar escaparme en cuanto se apagasen los semáforos, no quería líos». La verdad, reconoció el piloto de Talavera, es que «la electrónica de la moto me ha ayudado mucho a dosificarme y, además, los neumáticos Pirelli de este campeonato te permiten apretar incluso cuando, sobre todo el delantero, está gastado. En MotoGP, el Michelin, en cuanto cae, es fácil que te vayas al suelo».