Hubo un momento en el que el Cáceres parecía tocado por una mano divina. Consiguió los requisitos para estar en la ACB, confeccionó equipos competitivos, se salvó del descenso en un par de ocasiones, se gustó en Europa y hasta rozó un título, la Copa del Rey. Todo le salía bien a un proyecto que contaba con respaldo económico y, sobre todo, social, algo más que una moda en la ciudad. El lento descenso a los infiernos parte aproximadamente de 1998, con el abandono del patrocinador, Caja de Extremadura, y la confirmación de que el impacto en la calle del fenómeno se estaba debilitando. Los llenos perennes en el V Centenario dieron paso a la imposibilidad de completar el aforo de una gran conquista: el multiusos Ciudad de Cáceres.