Desde que se hizo cargo del Cáceres en junio del año pasado, la gestión de José María Bermejo no se ha distinguido por haber cumplido los compromisos que anunció públicamente. El de ayer de que los jugadores cobrarán sus nóminas pendientes es uno más dentro de una retahíla en la que destacan dos promesas fundamentales: la de que tendría no uno sino dos patrocinadores y la de que conseguiría un crédito para acabar con la deuda inmediata de la entidad.

Bermejo enamoró al accionista minoritario el 3 de junio del 2002 en la que el club había planteado una asamblea para elegir nuevo consejo de administración. Nadie se presentó, pese a que el empresario había sugerido durante las semanas anteriores que sí lo haría. Sin embargo, en un gesto fuera de guión, hizo uso de la palabra desde el auditorio y señaló sin tapujos que la solución del Cáceres estaba cercana, que sólo tenían que dejarle "trabajar". Pronunció claramente las palabras mágicas , la gran carencia del club en las últimas cuatro temporadas: "tengo prácticamente ultimados dos espónsors, uno para el primer equipo y otro para la cantera", indicó. El aficionado medio poco menos que le rogó que se hiciese cargo de la nave.

EL CREDITO

Así lo hizo, fundamentado en un plan de viabilidad a cinco años que se basaba en un crédito para acabar con la deuda inmediata de la entidad, unos 1,2 millones de euros (200 millones de pesetas). Bermejo volvió a decir públicamente una y otra vez durante el verano y el inicio de la temporada que las gestiones estaban muy avanzadas, que si se daban ciertas condiciones no habría dificultades para que una entidad bancaria facilitase la operación financiera.

Una de ellas era que el Ayuntamiento de Cáceres doblase su subvención y la garantizase por un número amplio de años. Así lo hizo el alcalde, José María Saponi, apoyado por el concejal representante del gobierno municipal en el club, Teodoro Casado. Pero pese a tener el documento, las puertas de cajas y bancos se fueron cerrando una a una ante la desilusión general. Incluso se llegó a anunciar que el crédito ya estaba atado y que sólo faltaban aspectos burocráticos para que se materializase, pero el oxígeno nunca llegó.

En las últimas semanas, Bermejo se ha especializado en promesas menos ambiciosas, tales como la fecha de pago a los jugadores. El 19 de febrero les dijo que lucharía para que el miércoles 26 cobrasen, pero no fue así, pidiéndoles unas horas más de plazo, también sin resultados tangibles. El de ayer fue su último intento de resultar creíble, aunque a estas alturas nadie se atreve a pronosticar lo que sucederá en su club.