«Me quedé en Cáceres con mi novia, con la que vivo. Ella trabaja aquí. La rutina diaria es, aparte del desayuno, dedicarnos a limpiar la casa y después hacemos alguna receta que nos manda mi madre o mi suegra. Aquí estamos cocinando, más que nada». Lo explica, de manera distendida, Ángel Bernabé, portero toledano del Cacereño.

Como cualquier deportista que se precie, el meta se cuida e intenta sobrevivir psicológicamente a la pandemia, prueba que dice que está salvando con cierta solvencia. Y lo hace con lo que más le gusta: el deporte. «Intentamos ayudarnos los dos, ella en algunos ejercicios que son un poco más fuertes», cuenta el meta verde sobre sus entrenamientos, desde luego muy diferentes a los de Pinilla o el Príncipe Felipe.

Bernabé no olvida a los niños de la cantera a los que entrena. «También estoy actualizando apuntes y notas sobre los entrenamientos, para tener después todo avanzando cuando empecemos de nuevo. Estoy con el entreno específico, con el calentamiento y el blocaje, etcétera; quiero tener una libreta ya para todo el año», detalla.

Con tanto tiempo, hay espacio para la reflexión. Sobre la competición dice Bernabé que «no sé si se va a reanudar o no, pero va a ser complicado por lo de la salud de la gente si se alarga en el tiempo. Hay que tener fe en que en un mes o así se pueda volver a la normalidad, pero es cierto que con la lentitud que parece que va todo nos metemos en el verano y no da tiempo. Yo creo que Primera y Segunda puede dar tiempo y se jugará, pero en Segunda B y Tercera son más equipos, grupos y fases que es mucho más complejo».

Primera vuelta

En el caso de que no se pudiera reanudar la Tercera extremeña, manifiesta Bernabé que «lo lógico sería coger los datos de la primera vuelta, y es verdad que nosotros salimos beneficiados, pero ahí competimos todos contra todos. Es lo lógico. A día de hoy, además, tenemos un partido menos (en Aceuchal) y ello nos perjudicaría también. Además, sería muy complicado después para la próxima temporada en el tema de contratos y demás».

Ese es el pensamiento del portero de Velada, puesto de manifiesto antes de la liturgia de cada tarde: «a las ocho, claro, salimos un poco al balcón a aplaudir y que nos dé un poquito el aire», dice. Además, redes sociales y conversaciones con la familia y los amigos vía telefónica. Como el común de los mortales en tiempos de dura pandemia.

«En una ocasión fui a las oficinas del Cacereño», recuerda vagamente, a modo de acontecimiento nada normal, el guardameta del CPC. En realidad, fue en el inicio del confinamiento. «El único día que he tenido un poco de contacto fuera». Lo cuenta alguien, como él, muy extrovertido. «Estuve con Dani, el entrenador de porteros, con Elías, con Luis Puebla…». La rutina, ese día, no lo fue tanto.