Cáceres, Badajoz, Mérida, Moraleja, San Vicente de Alcántara, Alburquerque, Montánchez, Villafranca... Todas y cada una de las localidades de la región enmudecieron para seguir con máxima atención el partido --como le gusta decir a muchos-- "del año". El Barcelona-Real Madrid puso un paréntesis en las voluntades navideñas y el buen rollito típico de esta época del año.

El villancico dio paso al "Tot el camp es un clan..." que sonaba desde la megafonía del estadio barcelonista. El punto de reunión era una vez más el bar. Allí confluyeron aficionados blancos y culés. Las bufandas de cuadros escoceses tan monas se quedaron en el armario, mientras que las que salieron a escena las del Madrid de la época de Butragueño.

El partido era de pago por visión y eso lo agradecieron los dueños de los locales que sintonizaron en sus gigantescas pantallas el gran clásico.

Importante elección

Mientras Rijkaard y Schuster cuestionaban la presencia en el once de Ronaldinho y de Guti, los hinchas de la tierra también tenían sus dudas. "¿Dónde vamos a verlo?". Importante decisión. Y es que equivocarse en la elección de garito en estos partidos puede dar al traste con una tarde de fútbol. Si te metes en un local con mayoría absoluta del equipo contrario, estás condenado a controlar tu euforia, por lo que pueda pasar.

En este sentido presenciarlo desde casa tiene su ventaja, pero no se vive igual. Sin embargo, algunos ayer hubieran preferido invertir los eurillos que se gastaron en las cervezas en comprar el partido desde el mando y verlo tranquilamente desde el sillón de casa. "Al menos no tendría que aguantar a tanto merengón", decía un hincha del Barça tras el gol de Baptista.

Otra de las guerras clásicas es el aforo. Y es que en los bares no se cuelga el No hay billetes por lo que los locales más de moda tienen mucha más gente que sillas y mesas. El "cógeme sitio. No detrás de la columna. Moveos hacia un lado" resonaba como un eco en toda Extremadura.

Una vez sentados, nos toca ir a pedir las consumiciones. Más de diez minutos en la barra pegado a uno del equipo contrario que me está metiendo la dichosa banderita en los ojos y el camarero, que suda más que Eto´o y Van Nistelrooy juntos, encima no me hace ni caso.

Bueno al fin tenemos, las bebidas y algo para picar. Para volver a mi sitio tengo que empujar más que Puyol en un córner. "Me he perdido el primer cuarto de hora, pero ya estamos aquí". La primera parte no fue nada del otro jueves , pero tampoco parecía importar.

Llega el 0-1 de Baptista y un estruendo explota tanto dentro como fuera del local. Mientras unos vociferan, otros se quieren meter debajo de la mesa.

Llega el descanso y, claro, todos al mismo tiempo a renovar las bebidas. Porque es así. Un minuto antes no había nadie, pero ahora toca otra pelea igual que al principio. "Vaya con el de la banderita otra vez. Y ahora es peor que ya está chisposo tras las cervezas".

La segunda parte sería la de los uys y los nervios, pero de goles nada de nada. El partido llega a su fin y los aficionados regresan a casa. Unos van contentos y otros se acuerdan de aquella ocasión fallada, pero ¡qué bien lo han pasado! Hoy volverán a los bares a celebrar la Nochebuena, aunque esta vez no habrá vencedores ni vencidos, pero, sobre todo, el de la banderita seguro que la deja en casa. ¡Qué descanso!