En Atenas ya temen al Big Brother. El gran hermano, que todo lo ve, se está instalando en la vida cotidiana de los ciudadanos, que no están dispuestos a soportar más incomodidades de las necesarias para acoger los Juegos Olímpicos. La instalación de más de un millar de cámaras para controlar calles, avenidas y zonas públicas de la ciudad, junto con la próxima utilización de un dirigible, equipado con cámaras de alta resolución, que controlará desde el cielo todos los movimientos, ha desatado las críticas de los ciudadanos griegos.

"El Big Brother nos vigila", tituló el pasado lunes el diario ateniense Ta Nea. La reacción de los partidos de izquierda y extrema izquierda, así como del principal sindicato de trabajadores, el GSEE, no se hecho esperar. En un comunicado hecho público el pasado martes, el sindicato se apresuró a exigir al Gobierno y a los responsables de las seguridad de los Juegos que garantizaran que no se producirá ningún "abuso" en la utilización de estos medios electrónicos. Asimismo, reclamó que todo el dispositivo sea desmantelado inmediatamente después de los Juegos, que se clausurarán el próximo 29 de agosto.

INQUIETUD Diversas organizaciones ciudadanas no han cesado de denunciar en los últimos meses una "histeria" sobre la seguridad olímpica que puede llegar a atentar contra las libertades individuales. Amnistía Internacional se declaró "inquieta" esta misma semana por esta escalada en las medidas de seguridad, denunciando la violación de derechos de inmigrantes y la "impunidad" de los miembros de las fuerzas del orden. Grecia ha hecho de la seguridad una prioridad y ha consagrado a ella 1.200 millones de euros (200.000 millones de pesetas), cinco veces más que en Sydney-2000, y ha movilizado a 70.000 personas.

Afortunadamente para los detractores de tanto despliegue, el Gobierno griego reconoce, muy a su pesar, que la utilización del zepelín dependerá de la fuerza del viento. El dirigible, de 52 metros de largo y fabricación suiza, es capaz de proporcionar imágenes muy precisas desde más de 3.000 metros de altura y está equipado, además, con detectores contra ataques químicos. Pero tiene un punto flaco: no puede volar con vientos superiores a fuerza 5, muy habituales en verano en Grecia. De momento, aún no ha podido despegar ni un día. Las cámaras instaladas en la calle, en cambio, empezaron a funcionar el pasado 1 de julio, día de la entrada en vigor del plan de seguridad.

La autorización de llevar armas a los agentes de otros países que realicen tareas de protección de sus respectivas delegaciones es otro de los puntos en los que ayer arreció la polémica. El diario New York Times aseguró que el Gobierno griego había autorizado la presencia de agentes armados en los equipos olímpicos de EEUU, Gran Bretaña e Israel, extremo que el ministro de Orden Público griego, Giorgios Voulgarakis, se apresuró a desmentir. El dirigente admitió que en el caso de visitas de jefes de Estado y de Gobierno, "el protocolo es distinto".

PRIMER AVISO Tres desconocidos arrojaron en la madrugada de ayer bombas incendiarias contra la garita de los guardias del edificio del Ministerio de Cultura, encargado de los Juegos Olímpicos, ocasionando sólo daños materiales. El último incidente que hubo fue el 19 de mayo cuando la policía hizo explotar un paquete sospechoso.