En cualquier otro habría sonado a intolerable prepotencia; en su boca sonó con naturalidad, poque tiene razón: "He demostrado que soy el más grande".

Usain Bolt es, definitivamente, uno de los más grandes, tras culminar en los Juegos de Río 2016 la misión que todo el mundo esperaba de él: repetir los tres oros en 100, 200 y 4x100 metros que ya había logrado en Pekín 2008 y Londres 2012. Un 'triple triple' que nadie en la historia había sido capaz de concretar en el mundo del atletismo y que ha puesto el listón tan alto que, se supone, nadie más podrá alcanzar en el futuro. Esa es la grandeza del esprinter jamaicano, el hombre más rápido del mundo, que entró definitivamente en la leyenda la noche del viernes (madrugada del sábado en España) cuando culminó el relevo del cuarteto jamaicano de 4x100.

"Le había pedido a los chicos, por favor, que no me dieran mucho trabajo, y eso es lo que hicieron exactamente". Asafa Powell, Yohan Blake y Nickel Ashmeade le trasladaron el testigo rozando la primera posición, casi igualados con la sorprendente Japón y la luego descalificada EEUU, pero cuando tuvo el bastón en la mano el más grande supo que nadie podría arrebarle la novena medalla de oro. "Tan pronto como agarré el testigo sabía que íbamos a ganar".

Así fue. Bolt conectó el turbo de serie que lleva incorporado y culminó una hazaña que le coloca, eso seguro, entre los más grandes. Solo 'El Hijo del viento' Carl Lewis (9 oros y una plata) y el 'Finlandés Volador' de los años 20 del siglo pasado, Paavo Nurmi (9 oros y 3 platas), aguantan la comparación.