Juan Carlos Navarro no podía parar de sonreír. No era para menos. Acababa de rubricar un torneo para enmarcar. En los tres últimos partidos del Eurobasket había sumado 88 puntos. Después de anotar 26 puntos en los cuartos, de firmar una exhibición en la semifinal ante Macedonia, en la que anotó 35 puntos, ayer el escolta azulgrana marcó la senda hacia el oro con 27.

"MVP, MVP", atronaba el Kauno Arena cuando Sergio Scariolo le cambió a falta de 48 segundos para el final del encuentro para recibir la ovación de una grada rendida a su talento. "Ojalá me lo den", decía mientras la afición seguía reclamando que le concedieran el trofeo al mejor jugador, que acabó recibiendo de manos Arvydas Sabonis. El ídolo lituano le abrazó antes de que su gran amigo Pau Gasol le besara en la cabeza mientras subía al podio para levantar, como capitán de la selección, el cetro de campeones.

"En estos tres partidos me he encontrado impresionante. Se lo quiere dedicar a mi familia, a mis hijos, a todos. Creo que hemos hecho un trabajo realmente excepcional", comentó un Juanqui exultante.

El partido con 11 jugadores NBA lo decidió un chaval de Sant Feliu. En vestuarios disfrutó de la lluvia de champán con la misma alegría que, hace una década, celebró el bronce europeo de Turquía.