Para cualquier profesional extremeño relacionado con la actividad deportiva, debe ser motivo de orgullo que desde clubes de nuestra propia comunidad se acometan iniciativas que contribuyan a alcanzar mejores cotas de desarrollo deportivo y social, como es la igualdad y la exhaustiva aplicación en cualquier ámbito, por poco habitual que sea, de los derechos constitucionales.

Para quien escribe, todavía lo es más, pues se sabe conocedor del compromiso que los autores de algunas de estas iniciativas, tienen, desde hace décadas, con el deporte fuera y dentro de nuestra comunidad autónoma extremeña.

También se ha comparado la reivindicación de la igualdad en el fútbol de ambos sexos que el club Femenino de Cáceres solicita a la famosa ley Bosman, la cual supuso una auténtica y verdadera revolución en el deporte profesional europeo en la década de los años 90.

Sin duda, para mí es justa la petición del club cacereño, y le acompaña la razón, como muy bien han declarado sus directivos, pero como le ocurriese al propio Bosman, dudando mucho, y queriéndome equivocar, veo a este club con pocas posibilidades de llegar a disfrutar a corto plazo de los posibles beneficios, aunque es evidente que me gustaría que así fuera.

El entramado burocrático que supone unificar criterios entre los distintos organismos afectados referentes al asunto: mujer, trabajo y fútbol, requiere de una gran pericia y dosis de paciencia, y siempre teniendo muy presente el refranero popular (´las cosas de palacio van para despacio´), amén de la capacidad por parte de estos de dar respuesta a las distintas necesidades que las sociedades en cada momento plantean.

Previamente y muy posiblemente, habría que modificar la ley del deporte de 1990 de este país, así como el decreto 1.006 del más lejano año 1985, el cual hace referencia a la especial relación laboral de los deportistas profesionales.

Sin duda, y siendo esto algo que ya se baraja considerablemente en las altas esferas, ambos no se adecuan a la realidad actual y al rápido desarrollo que los deportes han experimentado en las ultimas décadas.

No me cabe duda alguna que, como le ocurriese con Bosman, este club y sus chicas serán más conocidas por su reivindicación puntual y sus logros, que los habrá en mayor o menor medida, aunque solamente sea ateniéndose a la propia inercia de los avances sociales, que por su calidad futbolística, aun siendo está excelente, si se observa sus edades, puesto en la tabla clasificatoria y número de convocatorias en las selecciones nacionales.

Como ocurre en el resto de ámbitos de la vida, la sociedad suele ir por delante de los organismos legislativos, pues salvo contados casos, son las costumbres y hábitos sociales los que hacen necesarias las distintas regulaciones.

El deporte no es una excepción, ni mucho menos, y aquí lo vemos con este caso que hemos conocido por los medios de comunicación a lo largo de la semana que termina, y que sin duda supone, en cierto modo, una pequeña-gran revolución para nuestro deporte.

Solamente hace falta recordar el abandono del Madrid ante el escaso éxito de la inmediata modificación de los reglamentos UEFA para poder inscribir a sus jugadores en Europa.

Desde el punto de vista federativo nacional, para poder dar respuesta a estas peticiones, el artículo 130 de su reglamento debería ser modificado igualmente, pues en éste se distingue entre fútbol profesional, aficionado y femenino, debiendo contar además con la aprobación de la internacional, algo que a su vez tiene que ir en mayor o menor consonancia con el interés mundial.

Caso lento y tedioso, pero sin duda justo y necesario abordar e intentar solucionar de la mejor manera posible. Orgullo, valentía, capacidad y lucha de nuestros clubes.

Enhorabuena y mi apoyo total al club Femenino de Cáceres por lo que ha supuesto su llamativa iniciativa... y lo que puede suponer de cara al futuro de nuestro deporte.