Si la veteranía es un grado, como se suele decir tópicamente, en el atletismo este grado sirve, por ejemplo, para seguir siendo altamente competitivo a los 39 años y 307 días. Esas es la edad exacta que tenía ayer Jesús Angel García Bragado, el día en que el maduro marchador dio una nueva lección de pundonor, talento y calidad al conseguir su cuarta medalla en unos Mundiales, y la primera masculina para España en estos de Berlín, al término de una prueba de 50 kilómetros que negoció como un reloj de alta precisión.

Chuso García Bragado era el mayor de los participantes, ayer en la partida, y al final su bronce de ley le convirtió en el medallista español de más edad (el también marchador Josep Marín ganó otro bronce en los 20 kilómetros de Roma-87 con 37 años) y uno de los medallistas más longevos en la historia de los 12 Mundiales disputados hasta el momento: el más viejo es el holandés Troy Douglas, bronce en 4x100 en el 2003 con 40 años y 274 días.

HACE 16 AÑOS El marchador madrileño materializó ayer el milagro de la longevidad más espectacular en su regreso a Alemania. Su bautismo de fuego internacional fue hace justamente 16 años en el primero de sus nueve Mundiales, los de Stuttgart, donde se impuso en la misma especialidad de ayer.

Entonces, Chuso tenía unos tíos emigrados en Friburgo que acudieron a animarle. Ayer, fue la hija de estos tíos, su prima Anabel, portavoz de Amnistía Internacional en Berlín, la que estaba al borde del espectacular recorrido con salida y llegada en la Puerta de Brandenburgo. Ella, así como los padres del marchador, y sus dos hijas, María (10 años) y Amelia (7), tuvieron oportunidad de abrazarle al final.

"Tenía las consignas claras: debía mantener la cabeza fría y controlar que el pulso no subiera de 166", aseguró el experimentado marchador.

Fiel a su premisa, Bragado imprimió un ritmo a su marcha que apenas modificó. Cubrió los primeros 10 kilómetros en 44.36 minutos, los siguientes 10 en 44.19, y los siguientes 10 en 44.05. La primera mitad de prueba la hizo en 1.50.57, y la segunda, en 1.50.40. Clavado. Y mientras él no se movía de su guión, la mayoría de sus rivales caía, víctimas de una ambición juvenil mal administrada. Bragado, que llegó a ir el 12º, pasó en los últimos 20 kilómetros del octavo al tercer lugar, mientras los que habían mandado hasta entonces se desplomaban o se retiraban, como el campeón olímpico Alex Schwazer (Italia) o el favorito ruso Nizhegorodov. Solo el ruso Sergei Kirdyapkin y el noruego Trond Nymark resistían la ascensión imparable del español, que acabó en bronce con 3.41.37 horas, una marca que no conseguía desde hacía 10 años atrás. Su récord es 3.39.54 (1997).

"El entierro nunca termina hasta que no pasa el cura", ironizó el marchador tras recoger cadáveres en la última fase. Cuando cruzó por última vez bajo la Puerta de Brandenburgo, "no sabía ni en qué puesto iba, solo había estado pensando en coger a los de delante y meterme de lleno en la carrera".

Bragado logró el mejor puesto del atletismo masculino español en Berlín, pero no quiso arrogarse ningún efecto redentor. "Eso es anecdótico. Aquí cada palo tiene que aguantar su vela, yo no vengo a arreglar los desaguisados de nadie".