Pitidos, abucheos y mucha decepción en Brasilia. El oro olímpico se pone más caro que nunca para el equipo de Neymar Júnior tras un decepcionante empate a cero contra Irak (0-0). La noche en el Mané Garrincha se inició con gritos de "Brasil, Brasil". Con la mano en el pecho, los locales se apretaban el corazón mientras escuchaban el himno nacional. Sabían lo que se jugaban: el sentimiento de 208 millones de brasileños estaba en sus botas. Esta vez tendrían que tragarse la ansiedad, esa que tanta factura les pasó en su flojo debut con Sudáfrica (0-0), y sacar el orgullo a relucir. Ganar o ganar, el oro olímpico no tiene otro camino.

La canarinha comenzó con fuerza. En apenas dos minutos tanto Neymar como Gabriel Jesús tuvieron oportunidades claras ante un afortunado Hameed. Sin embargo, los aguerridos iraquís no se dejaron acobardar. Echando mano del juego duro consiguieron avanzar hasta la meta de Weverton y, aprovechando una más que torpe salida del portero del Atlético Paranaense, consiguieron el primer palo del partido a remate de Abdul-Raheem. El estadio contuvo el aliento por un segundo y Brasil comenzó a perder el ritmo.

Mientras Rogério Micale gritaba a los suyos desde el banco, Neymar se desesperaba en la banda. Sus diagonales, que tan buen resultado le dan en el Barcelona, no conseguían crear peligro. Gabriel Jesús, el más activo en el ataque, tampoco estuvo fino de cara al gol. En el minuto 31 el lateral brasileño Zeca lo tuvo hecho y falló. Tras dejar sentado al defensa Dhurgham su disparo raso aunque inocente en exceso acabó siendo despejado por el meta iraquí.

Diez minutos después Neymar caía frente al área y tras un amago de tangana, los iraquís estaban calientes y ya sumaban dos tarjetas amarillas, el barcelonista estrelló el balón en la barrera. El rebote, aprovechado por Renato Augusto, acabó chocando en el larguero del visitante poniendo fin a una primera parte con poco juego, falta de ideas y sequía de goles. El público de Brasilia no perdonó el pobre espectáculo de los suyos y les marcó el camino a los vestuarios con una buena pitada.

En la segunda mitad, Micale recurrió nuevamente al 4-2-4 con la entrada de Luan y Rafinha. El delantero del Gremio aportó frescura al ataque y el azulgrana aseguró una mejor circulación del balón. El gran sacrificado de la noche fue Gabriel Jesús, el atrevido fichaje del City de Guardiola salió del campo visiblemente enfadado e incluso recibió los pitos de la torcida que a estas alturas no podía contener su decepción. "Olé, Olá, Marta, Marta", se cantó en la grada del Mané Garrincha en referencia a la estrella de la seleçao femenina que el día antes le había endosado dos golazos a Suecia.

El reloj avanzó contra Brasil y últimos minutos dejaron claro que la preparación de algunos de los jugadores no era la mejor. Tras 42 días de vacaciones Neymar era incapaz de mantener el ritmo de los iraquís y se paseaba desesperado por la banda. El pitido final confirmó el desastre: Brasil no depende de sí mismo para pasar las eliminatorias.

"No ganar el oro sería una derrota muy dolorosa", había explicado apenas un día antes Neymar en una entrevista con L'Equipe . Lo cierto es que el dolor ya ha comenzado. Con total seguridad, los pitidos del público del Mané Garrincha se repitieron en los sueños del crack del Barça. Si ganar el oro olímpico con Brasil es el mayor sueño de Neymar, perder ante su público y sin marcar un solo gol podría ser su mayor pesadilla. La maldición de Brasil en los Juegos se mantiene y todo hace pensar que al igual que le ocurrió con Pelé, Neymar podría despedirse de sus segundos Juegos sin conseguir el oro.