No habrá samba en el Príncipe Felipe, al menos por el momento. Alberto Cidon y Paulo Sergio Simionato, los dos jugadores que el Cacereño fichó el pasado verano tras superar un periodo de prueba, abandonan el club sin haber disputado un partido oficial todavía. El motivo es que en casi dos meses ha sido imposible conseguir el transfer simple y llanamente porque tenían contrato en vigor su club de procedencia, el Cruzeiro de Porto Alegre.

La historia tiene algo de rocambolesca, porque sin ir más lejos hace tres semanas el propio entrenador verde, Manolo Sánchez, anunció públicamente que los papeles ya estaban en regla y que tanto el centrocampista Alberto como el delantero Paulo Sergio --ambos en edad sub-23-- estaban ya en disposición de debutar. Sin embargo, tras una interminable negociación en la que intervinieron los agentes de los futbolistas, se ha llegado a la conclusión de que la única posibilidad es que regresen a Brasil.

"Es algo que ha salido de ellos mismos, que se sentían mal porque estaban haciéndole gasto al club y no podían jugar. No nos querían perjudicar", cuenta el director general del Cacereño, Angel Marcos, que reconoce que ha habido "unos cuantos líos" hasta llegarse a este momento. El club no se plantea por ahora otros fichajes como alternativa.

Mientras tanto, el equipo prepara con normalidad el partido del próximo sábado ante el Rayo Vallecano B (17.00 horas).

LA SANCION POR RACISMO Por otra parte, la entidad espera eludir la sanción de al menos 602 euros que le ha impuesto el Comité de Competición de la Federación Española por supuestos gritos de índole racista contra el jugador visitante Etamané, recogidos por el árbitro del partido Cacereño-Badajoz en el acta. Los espectadores fueron advertidos por megafonía a instancias del colegiado, Ortiz Arias.

La cantidad exacta no ha sido notificada aún, pero el previsible recurso que ya se está ideando se basará en que ningún informe policial indica que efectivamente se produjeron los gritos.