Pasa a la página siguiente

Del platillo volante de Laoshan, el velódromo olímpico de Pekín, despegó ayer la ciclista Leire Olaberria al podio en una carrera asombrosa. No solo porque le dio, con un espectacular esprint, la medalla de bronce en puntuación, sino porque hace cuatro años ni siquiera se había subido nunca a una bici a nivel profesional. Ahora, con 31 años, es una institución en el ciclismo en pista, al que llegó procedente del atletismo, con una medalla llena de lágrimas como hermoso recuerdo de una prueba donde solo fue superada por la holandesa Marianne Vos, la mejor del mundo, y por la cubana Yoanka González.

"SANGRE FRIA" En ese platillo volante en el que Joan Llaneras se despidió hace dos días con la grandeza que merecía su espectacular carrera, emergió ayer la figura, recia, poderosa e inteligente de Olaberria para demostrar que España vive en estos Juegos de dos deportes. Del ciclismo, que le ha dado tres medallas (el oro de Samuel Sánchez en ruta, el oro de Llaneras y el bronce de Olaberria en la pista) y del tenis, que le ha entregado dos (oro de Nadal y plata de Ruano y Medina en el doble femenino). El resto de los ocho metales proceden de la gimnasia (Deferr nunca falla en lo Juegos), de la esgrima (Abajo y su espada) y de la vela (la plata de los campeones del 2004: los vascos Fernández y Martínez).

Ayer, y de forma inesperada, llegó el bronce gracias a la "sangre fría" de Olaberria, como reconoció luego ella misma. La de puntuación es una prueba de astucia. Es compleja, larga (100 vueltas al peralte de madera para completar 25 km) y, al mismo tiempo, no siempre gana la que más corre. Ni tampoco la más rápida en un esprint. Durante casi media hora, las pulsaciones se elevan, los ojos se convierten en GPS rodantes, es tan importante saber quién va delante como quién tienes detrás, y la táctica juega un papel esencial y decisivo. Si se lo preguntan ayer a la colombiana María Luisa Calle, todo se entendería mejor. Acabó con los mismos puntos que Olaberria (13), pero sin medalla porque la vasca había puntuado en más esprints.

UN MAR DE LAGRIMAS "He salido con muchas ganas y muy tranquila", contó después de una carrera extraordinaria, llena de emoción. "Había que estar ahí para pelear, pero no sabía cuánta fuerza me quedaba, pero me dije: Aunque me caiga de la bici, yo llegó aquí la primera´". Se lo dijo y lo hizo. Tras protagonizar el mejor esprint de su vida, el que le llevó del anonimato a la gloria olímpica, Leire se puso a llorar. En la pista, en el podio, en todos sitios. Toda ella era una lágrima. Nada más dejar la bici en la pista, vio que su vida había dado un vuelco espectacular. Nada será igual para Olaberria desde su fugaz paso por el platillo volante, el platillo mágico.

Hubo otras deportistas que estuvieron en la puerta. A punto de cruzar el umbral de lo desconocido para ser también estrellas --ahí están los diplomas olímpicos de la leonesa Lidia Valentín (halterofilia) y la vasca Maider Unda (lucha)--, y, finalmente, Leire lo ha conseguido gracias a su mentalidad y a sus piernas. Eran sus primeros Juegos, era su primera medalla. En realidad, todo es nuevo para Leire, quien en cuatro años ha pasado de ser una prometedora atleta (era velocista) a erigirse en una referencia de la pista. Fue cuarta en el último Mundial de Manchester y compartió incluso algunas sesiones de entrenamiento con la holandesa Marianne Vos, que conquistó ayer la medalla de oro, la tótem de esta especialidad.

ACUMULANDO PUNTOS Tal vez ahí aprendió la ciclista vasca lo último que le faltaba para colarse entre la élite en una prueba que devoró favoritas en un santiamén (la rusa Slyusareva, oro en Atenas y bronce en Sídney, acabó finalmente octava). De tanto que se vigilaron las grandes candidatas a las medallas no repararon en la española Leire Olaberria. Ella iba acumulando puntos como una hormiguita, tramando el esprint de su vida, pese a que se medía a Calle, una veterana colombiana de 39 años, que no quería perder la última opción de medalla en unos Juegos. La perdió. Tuvo la desgracia de topar con Leire.

Ya saben la historia. "Aunque me caiga de la bici, yo llego aquí la primera". Pues sí, llegó antes que Calle y se subió a un podio ni más ni menos que en los Juegos Olímpicos de Pekín. Se lo propuso y finalmente lo consiguió. No pain, no gain, es su lema preferido. Sin dolor, no hay éxito. Así es Leire.