Ataviado con una sudadera, con la capucha puesta y gafas de sol -como si fuera una estrella de rock- el escolta de Los Angeles Lakers Kobe Bryant apareció, por fin, en la cancha callejera del barrio barcelonés del Raval. Allí lo esperaban un millar de aficionados. La mayoría poblando las gradas levantadas para la ocasión alrededor de la pista urbana; unos pocos apostados estratégicamente en las callejuelas adyacentes al recinto, para no perderse ni un detalle de la llegada del ídolo. Kobe jugó un rato, aunque cuando lo hará de verdad será hoy en el Palau Sant Jordi a partir de las 20.30 horas (Cuatro), cuando comience el enfrentamiento entre el Barcelona y los Lakers.

Kobe se hizo esperar. Hacía rato que su compañero Pau Gasol ya estaba en la cancha y más tiempo aún de la llegada de los jugadores del Barcelona Juan Carlos Navarro y Ricky Rubio, con quienes hoy se verá las caras. Pau, Ricky y la Bomba hacía ya varios minutos que habían perdido todo interés para el público, ansiosos por ver aparecer a Bryant.

Bryant y Rubio formarón un equipo y Navarro y Gasol, otro. Kobe jugó a tomárselo en serio. Se rascaba la cabeza mientras dibujaba a sus hombres sistemas de dos contra dos en la pizarra, celebraba los puntos de su pareja puño en alto e, incluso, protestó, entre risas, una canasta fuera de tiempo. Los dos jóvenes que actuaban bajo sus órdenes y las de Ricky alucinaban con la megaestrella de los Lakers. Y fueron ellos los vencedores.

LLENO ABSOLUTO Unos 17.000 espectadores presenciarán hoy en directo el duelo entre el Barça, campeón de la Euroliga, y los Lakers, últimos ganadores de la NBA, que se enfrentarán por el título --de momento honorífico-- de campeón intercontinental. Será la segunda vez que el campeón de Europa se mida al campeón de la liga profesional estadounidense. El único precedente data del 18 de octubre de 1997, en el Open McDonald´s disputado en Palacio Omnisports de Paris-Bercy. Entonces, el Olympiacos cayó con estrépito (104-78) ante el Chicago Bulls de Michael Jordan.