El Cáceres Patrimonio de la Humanidad busca esta tarde en la pista del Covirán Granada (18.30 horas) una de esas victorias que pueden cambiar el ritmo de una temporada que, por ahora, está siendo para olvidar. Los locales son favoritos, pese a su condición de recién ascendidos, porque su condición de proyecto emergente y optimista.

Nada de eso parece haber hoy en día en el conjunto extremeño, penúltimo de la clasificación y con solo cuatro partidos ganados después de transcurrida casi toda la primera vuelta. La certeza de que se luchará por la permanencia es algo que ya se ha instalado en un vestuario que se pertrecha par aun tiempos difíciles, como son ya estos.

Otra muestra de la falta de fortuna que está caracterizando al Cáceres esta campaña llegó esta semana con la lesión de Andy Mazurczak. El base polaco, que se perdió los primeros meses de competición por la rotura de un metatarsiano, sufrió una pequeña rotura fibrilar que le impedirá jugar esta tarde. Un golpe duro porque su debut había supuesto una corriente de aire refrescante en la pista.

«Es una pena. Teníamos la esperanza de recuperarle, pero ha sido imposible. Pero no quiero que suene a excusa por las lesiones porque es algo que no vale ya», afirmaba ayer, antes de subirse al autobús, Ñete Bohigas. El entrenador volvió a mostrar buena cara ante el mal tiempo, intentando transmitir tranquilidad y buenas vibraciones. Pero también está preocupado por una deriva que tiene a los suyos agarrados al sótano de la clasificación.

«El equipo está concentrado y responsabilizado. Espero que nuestra situación no nos pese», añadió, reiterando que se está «en una buena línea de trabajo» que acabará dando sus frutos con partidos ganados. «La segunda vuelta será mejor. También me apunto a jugar mal y ganar», dijo sonriendo.

PROBLEMAS / Y es que la última derrota ante el Melilla, hace nueve días (60-71) dejó malas sensaciones. «Vamos solucionando unos problemas, como el rebote ofensivo, y nos surgen otros, con las pérdidas», lamentó Bohigas.

Si los resultados no mejoran, será ley de vida que se empiece a hablar de su posible destitución. A él no le preocupa eso: «Mi trabajo no se puede cuestionar. Con los resultados, sí puede pasar. Unas veces salen mejor las cosas que otras. Solo hay una prioridad: sacar al club de mi ciudad de los tres últimos puestos. Lo demás no me quita el sueño».

Y es que, mantuvo, «desde el desánimo y el enfado pocas veces se arreglan la cosas. Yo estoy del lado de la ilusión y es lo que quiero transmitir al equipo».

El Covirán Granada, refundación del club que en su momento compartió ACB con el también extinto Cáceres, está cumpliendo en su estreno en la LEB Oro: se encuentra en mitad de la tabla con más victorias (8) que derrotas (7). Su apuesta por una plantilla casi íntegra de jugadores españoles está resultando, lo que pareció generar la envidia de Bohigas, muy de esa filosofía: «Es algo caro, pero inteligente. Tener tantos nacionales te lleva a muchas complicidades entre los jugadores. Sus incorporaciones han sido de primer nivel. Es un equipo muy competitivo y para ganarles hay que jugar extremadamente bien».

Aparte de la de Mazurczak, otra baja es la del entrenador ayudante Roberto Blanco, convaleciente tras sufrir una úlcera en un ojo en los últimos días.