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Dos tipos opuestos, seguramente, pero con muchas similitudes. 1995, en un hotel de Tain L´Hermitage, cuna de uno de los mejores vinos de C´te de Rhone. Miguel Induráin (Villava, Navarra, 1964) responde a las preguntas de la entrevista previa al Tour de Francia. Está a punto de ganar el Dauphiné Libéré. "¿En qué pensarás cuando estés en el podio de París?". El, que jamás ha sido --tampoco lo es ahora en su jubilación-- un tipo fanfarrón, responde con el alma: "En que he logrado el quinto Tour". La expresión pone la piel de gallina. Todavía no ha empezado la que será su quinta ruta triunfal hacia los Campos Elíseos y ya se ve ganador. Tan seguro estaba hace 14 años de su victoria, que nada le preocupaba.

Los ´espías´ del Astana

Año 2009, en el saloncillo del principal hotel de su pueblo, Alberto Contador (Pinto, Madrid, 1982) también responde a las preguntas de la entrevista como principal favorito a la victoria en la grande boucle. Se acaba de parar la grabación; que hable y que se sienta más a gusto. Y habla del tema que más interesa al periodista. Lo hace con desparpajo, con sinceridad, pronunciando las frases más rápido que Induráin, pero sin aplicar tampoco ninguna dosis de fanfarronería. "¿De verdad, crees que está para ganar el Tour?". No es necesario citar el nombre del aludido. Sin grabación, la respuesta de Contador sobre Lance Armstrong será sincera y ahora, unas semanas después, no pasa nada por contarla. "No". Gesticula mucho con las manos porque el tema le interesa, y porque le interesa ha preguntado a sus espías en el Astana.

Y los espías en el conjunto kazajo le han contado lo que Contador había preguntado, que era lo mismo que el periodista. "No está para ganar. Lo había preparado todo en la contrarreloj de Roma la última etapa del Giro, su fórmula de siempre, su estilo para concentrarse, el mejor material. Y ni siquiera hizo de los primeros". Noticia tranquilizante para él. Y como Induráin, hace 14 años, el comentario también le sale del alma. "No hay problema", añade con una franca sonrisa que denota su tranquilidad y su seguridad, porque ese "no hay problema" es algo sincero. El 17 de junio del 2009, en Pinto, Contador ya se veía vencedor.

¿Cabezota? Un montón. ¿También lo era Induráin Por supuesto. Y la cabezonería de Contador le ha convertido en un buen contrarrelojista, porque le dolió mucho soltar la medalla en Pekín por pocos segundos y porque se enfadó consigo mismo cuando casi pierde la Vuelta en la cronoescalada de Navacerrada. Y la cabezonería de Induráin lo llevó a esforzarse tanto en las cuestas que se le atragantaban siendo chico, que se convirtió en un escalador, porque para ganar el Tour hay que contrarrelojear, pero también hay que subir.

¿Capitán Induráin? En eso sí que hay diferencias. Induráin ganó cinco Tours porque siempre tuvo a un equipo entregado; en todo y para todo. Y porque cuando coincidió con Perico Delgado, si hubo pequeñas diferencias, se quedaron en casa. Por eso, Contador quiere hacer el asalto al tercer Tour el año que viene con un conjunto a sus órdenes para ser capitán como siempre lo fue Induráin.