Ofuscado en el ataque, sin variantes, romo, timorato, inconsistente y con el miedo metido hasta las mismísimas entrañas, el Cacereño no resucita ante el Ferrol (0-2). El descenso está más cerca. Aún hay tiempo para reaccionar (21 puntos en juego), pero los nubarrones anuncian tormenta. Siete jornadas, siete, restan para lo que muchos ven ya como una defunción anunciada. Insospechado escenario hace unos pocos meses, cuando los verdes lucían palmito y centro de campo de lujo.

El líder ha cumplido el pronóstico. En contra de lo que ha sucedido en anteriores reveses, en éste el rival fue mejor ante un Cacereño sin mordiente arriba. Un gol psicológico de penalti al inicio del segundo acto y otro al final frustraron al CPC, anquilosado en el furgón de cola, sin soluciones, hasta con su entrenador contagiado de la vorágine. Ángel Marcos, durante tanto tiempo, un tipo listo, estuvo lento en los cambios, equivocado en su once. El mejor técnico de la historia del club está también superado por los acontecimientos.