Pasan las horas y en el Cacereño todavía están preguntándose cómo fue posible que empezase tan mal una temporada en la que se han depositado tantas ilusiones. Más que decepción, lo que hay en el club verde tras el 1-2 del domingo ante el Aceuchal es estupefacción, extrañeza, falta de respuestas realistas a lo que, con el tiempo, se espera que se quede en un simple accidente.

Los verdes no rechistaron tras lo ocurrido ante un rival inferior en todos los aspectos, al menos en teoría, pero que sacó un triunfo limpio del Príncipe Felipe. Ni la mala suerte, ni las bajas, ni el arbitraje, ni una hipotética dureza del Aceuchal que no se produjo. Nada. Simplemente, fue un bofetón en la cara que no se vio venir con anterioridad.

Tras un inicio de pretemporada dubitativo, en el que el conjunto de Julio Cobos sufrió un chasco en la Copa Federación cuando cayó eliminado contra el Arroyo (1-0). A partir de entonces, la máquina carburó decentemente con victorias ante equipos menores, pero lo suficientemente amplias como para albergar la idea de que el Aceuchal también cedería en el esperado debut.

Tras una suave sesión de recuperación ayer, el equipo descansará hoy y mañana empezará a preparar el partido del sábado, de nuevo en el Municipal de Arroyo de la Luz. La autocrítica está siendo la nota predominante en el vestuario, con varios jugadores incluso pidiendo perdón públicamente. Eso sí: también ha habido quien, como el delantero Murci, ha reclamado mayor apoyo por parte de la afición. El efecto secundario del 1-2 es que quienes dudasen hasta ahora si abonarse tendrán un motivo más para no ilusionarse.