CACEREÑO: Josete, Palero, Roberto, Tito, Antonio Jurado, Lolo, Rocha (min. 87, Guerrero), Chumi, Valtierra (min. 75, Rubén Jurado), Sergio (min. 60, Estévez), Toni.

HARO: Borja, Aretza, Alfredo (min. 54, Mayordomo), Oliver, Josu (min. 46, Adrián), Esaul, Aimar, Alvaro, Jorge Herrero, Breixo (min. 54, Jon Urretxo), De Blas.

GOLES: 1-0: min. 38, Rocha; 2-0: min. 90, Toni.

ARBITRO: Royo García (Manchego) (2). Expulsó al Toni en el minuto 90 por doble amarilla; además, amonestó a Valtierra por el Cacereño y a Oliver, Adrián y Jon Urretxo por el Haro.

Con relativa placidez solventó el Cacereño su pase a la ronda definitiva de ascenso a Segunda División B. En un ejercicio práctico, sin alardes, pero de concentración plena, derribó las aviesas intenciones del Haro. Dos pinceladas precisas y preciosas, la primera cuando se enfilaba la recta final del primer acto de David Rocha, y la otra fabricada por Rubén Jurado y culminada con clase por Toni, fueron suficientes para cumplir la misión. 2-0 y a pensar en el sorteo de Las Rozas de esta tarde.

El grupo de Angel Alcázar rozó la perfección táctica en función de las circunstancias. Por ello se liberó de cualquier problema añadido, de sobresaltos. Guardó su puerta expeditivamente y atacó con contundencia con milimétrica practicidad. No sufrió, que era de lo que se trataba ante un conjunto mucho menor en calidad y prestancia, aunque de buen trato de balón. Ni siquiera la amenaza del goleador Urretxo, que no estuvo en el 1-2 de la ida, amedrentó a los verdes, sabedores que el destino de ayer era conseguir el éxito.

RITMO LOCAL Tuvo el Cacereño el balón cuando quiso. Marcó el ritmo siempre porque su dinamismo fue mayor y su inducida moral también. La renta de La Rioja fue capital en un domingo sin estridencias, pero con alegría, especialmente de la grada, definitivamente congraciada con el fútbol. Que Antonio Martínez Doblas ha traído ilusión a Cáceres eso es algo que no discute nadie y, ahora que la Segunda División B está a tiro, mucho menos.

El primer tiempo registró el control local absoluto. Con una defensa contundente, nada había que temer. La contingencia de la falta de Borja no se ha notado, de momento, aunque el debate esté si en vez de un central, Tito, debería jugar un hombre puro de banda, Tomás. Y con tipos como Rocha, el jugador del momento, Chumi, el jefe Lolo y el recuperadísimo Sergio en el mediocampo no debe haber duda alguna. Estévez, y especialmente Rai, los grandes damnificados de la fase de ascenso, pueden ser decisivos también en el juego ofensivo, pero de momento no es la hora de estos dos hombres, sin duda de los mejores del campeonato regular.

Chumi lanzó al poste (minuto 22) para avisar. Rocha merodeaba el área con aires de amenaza hasta que, tras un servicio de Sergio, el jugador de Pinilla zigzagueó y lanzó un obús marca de la casa para poner el 1-0 (min. 38). La eliminatoria estaba casi finiquitada.

No cambió mucho el panorama en el segundo acto. Se trataba de hacer pasar el tiempo, sin alharacas, para conseguir el objetivo, que no es tiempo de adornarse. El Haro lo intentaba sin éxito y los verdes montaban contras de cierto peligro, pero sin mucho más.

LO BUENO Y LO MALO El partido transcurrió sin sobresaltos hasta el final. Alcázar, reivindicándose como estratega estelar durante este tramo, ya había hecho los cambios justos. Se habían ido Sergio, Valtierra y el enorme David Rocha. La inclusión de Rubén Jurado provocó una contra, un pase extraordinario de éste hacia Toni, que en un sutil golpe de cadera dejó en ridículo al defensa del Haro y cruzó con exquisito talento para hacer el 2-0. Golazo, estallido de júbilo y a otra cosa.

Toni, que recibió la segunda amarilla, terminó antes en vestuario por su celebración y no podrá jugar el primer encuentro de la ronda definitiva no por esta amonestación, sino por la anterior. Da lo mismo. Ahí están Rai (¿alguien duda del 10?), el propio Rubén Jurado, Valtierra o cualquier otro. O, si no, los goles los pueden hacer hasta los defensas. Este Cacereño tiene algo especial y camina firme. La coyuntura no puede ser más favorable para lograr una meta largamente esperada por muchos.