El sorprendente desembarco, ayer mismo, de los empresarios aragoneses en el Mérida recuerda bastante al que protagonizó uno de origen salmantino en el Cacereño. Félix Campo irrumpió en la historia del club verde primero ofreciéndose para colaborar en el proyecto y finalmente haciéndose cargo de la deuda de la entidad. Todo ello desembocó posteriormente, hace cuatro años, en el acceso definitivo a la presidencia del club. Campo ha llegado incluso a convertir al Cacereño en sociedad anónima deportiva, circunstancia que está desarrollando desde hace más de un año con un objetivo a medio plazo: que el club llegue, cuando menos, a la Segunda División, aunque también ha hablado de Primera.

La aventura que ahora se inicia en Mérida también se ha intentado en Badajoz, sin éxito, primero con el televisivo argentino Tinelli y después por el polifacético Barradas. En ambos casos la experiencia fue muy negativa y el respaldo fue casi nulo.