SAN ROQUE - 0: Ricardo; Borja Romero, Germán (Mustafá, minuto 59), Lulu, Richi; Boateng, Akrong, Fran, Sergio Sánchez (Saavedra, minuto 70I), Chakir (Nayar, minuto 78); Wilson Cuero.

CACEREÑO - 0: Fuentes; Alcala, Carrizosa, Chapi, Toni; Santi Amaro, Rubén Rivera (Diego, min. 82), Carlos Valverde, Gaspar (Elías, minuto 46); Carlos Esteve, Matías Saad.

ARBITRO: Pinto Herrera, colegio tinefeño. Mostró la tarjeta amarilla a Germán, Boateng y Akrong por los locales; y a los jugadores del Cacereño Chapi, Carlos Esteve, Carlos Valverde (acarrea supensión), Toni y Elías.

El Cacereño seguirá un año más en la Segunda B, al menos si nos atenemos a sus resultados deportivos. Lo económico tendrá que resolverse en los próximos meses. El empate (0-0) ante el San Roque en Lepe hace que la salvación matemática esté conseguida con 48 puntos. El encuentro entre el Arroyo (42 puntos) y Villanovense (41) hace que se dé la circunstancia matemática.

En el otro lado, se consuma, por otra parte, el descenso del San Roque a Tercera División.

Con muchísimas bajas, la puesta en escena del Cacereño fue dubitativa. Lo aprovechó el San Roque, que fue un vendaval en los primeros minutos. Los gualdinegros quisieron agarrarse al último hilo de vida que les quedaba. Los de Alejandro Ceballos necesitaban la victoria y que el resto de resultados de la jornada acompañara.

De ahí el ímpetu que puso el conjunto lepero en los primeros compases del encuentro ante un rival que llegaba con muchas ausencias. Sin embargo, careció de profundidad en su juego y al final la cosa quedó en un susto para el Cacereño, que capeó el temporal cuando se vio obligado a hacerlo.

El paso de los minutos jugó a favor de los intereses de los de Julio Cobos, que a medida que las manecillas del reloj siguieron su curso se fue encontrando más cómodo. Sobre todo, a partir de que los locales empezaron a acusar el cansancio tras el arreón inicial. La presión a la salida de balón ya no llegaba igual y en esa tesitura el Cacereño recuperó la iniciativa.

Rebasado el ecuador del primer acto el partido se volvió loco. Hasta ese momento ni San Roque ni Cacereño habían dado señales de vida en ataque, salvo en alguna acción aislada que había acabado con algún lanzamiento lejano.

Las incursiones por ambos costados habían sido el recurso más utilizado por ambos equipos, pero a la hora de meter el balón al área faltó precisión.

El colegiado del comité tinerfeño, Pinto Herrera, tomó el protagonismo mediada la primera parte. Primero al no señalar un claro derribo sobre Chakir en área extremeña, después por no ver una clamorosa mano de Carrizosa, y por ultimo --ley de la compensación mediante-, al no pitar otro penalti claro sobre Matías Saad.

La recta final del primer periodo fue un querer y no poder del Cacereño, que creó un par de acciones de peligro por mediación de Carlos Esteve pero no encontró el camino del gol.

SEGUNDA PARTE Tras el paso por vestuarios la decoración del partido volvió a variar por completo. El arranque de la segunda parte fue una calcomanía de los primeros minutos del encuentro. El San Roque encerró a los de Julio Cobos en su propio campo y dispuso de innumerables ocasiones para avanzarse en el marcador del encuentro.

La más clara de todas, dos minutos después de la reanudación, cuando el colegiado decretó una pena máxima por una falta de Toni sobre Chakir en el interior del área. Fran cogió la responsabilidad desde los once metros, pero estrelló su lanzamiento al travesaño.

El resto fue un monólogo del San Roque sin premio. El técnico de los locales, Alejandro Ceballos, arriesgó retirando del campo a Sergio Sánchez e introduciendo a Saavedra y su equipo lo agradeció. A los locales tan sólo les faltó afinar su puntería.

Nayar se volvió a encontrar con el travesaño a falta de diez minutos para el final. Y Akrong y Mustafá se encontraron con la respuesta de Fuentes --el mejor jugador del Cacereño ayer-- en los últimos compases.

En el lado negativo de los verdes hay que reseñar que con el de ayer son ya ocho los encuentros que acumula sin conseguir la victoria, un dato que nadie esperaba cuando, hace dos meses, se rozaban los puestos que daban acceso a jugar por el ascenso a Segunda División.

Ahora, al menos, se ha conseguido el primer objetivo de la permanencia que deja un sabor agridulce para los jugadores y la afición cacereña, que durante parte de la liga ha soñado con todo en un año marcado por la participación en la Copa del Rey, totalmente exitosa pero sin la guinda final tan sabrosa.