El Cacereño sueña con mantener su idilio con la nueva Copa de los modestos, un torneo en el que 90 minutos en el campo del más débil igualan un poco las fuerzas, como sucedió en la eliminatoria ante el Alcorcón, de Segunda. Esta vez es un Primera, el Eibar, el que visita el Príncipe Felipe a partir de las 12.00 horas. Lo hace con recelo, como bien se encargó de destacar su entrenador, José Luis Mendilibar.

No hay imposibles en un escenario en el que se espera una gran entrada. Según las previsiones, unos 5.000 espectadores, el mejor registro desde que, hace siete años, otro equipo de la máxima categoría como era entonces el Málaga acudió a Las Capellanías. El apoyo del público, deseoso de tenerle fe a los suyos arrancando el año 101 de su historia, puede ser otro factor importante. En un recinto donde suelen acudir poco más de mil personas, el ambiente ante el Alcorcón se volvió eléctrico.

El conjunto local quiere un partido serio, en el que sucedan pocas cosas en las áreas. Dejar el control al Eibar, pero que eso sea estéril fundamentado en una seria defensa y no complicarse cuando se consiga la posesión del balón. En este sentido, es una gran oportunidad para jugadores rápidos y con ‘duende’ como Tete. Tanto él como sus compañeros están ante un gran escaparate y es una motivación extra.

LA FÓRMULA / De inicio saldrán Tete, el portero Bernabé y nueve más que el técnico Julio Cobos no ha revelado. Le gustaría contar con la calidad de Borja en el centro del campo y el oportunismo de Murci en ataque, pero ambos están lesionados. Y reza por que no haya problema alguno con su meta titular, ya que el reserva, Jordi Pérez, está sancionado y se ha tenido que echar mano del juvenil Juanan. La idea es mezclar hombres que puedan aportar experiencia en citas de alto nivel (Alex García es un ejemplo de ello) con otros que físicamente aguanten el envite. Alguien que puede tener el puesto asegurado es Gustavo Berraco como premio a haber sido el autor del gol de la victoria en la primera eliminatoria. Además, se trata de un centrocampista de choque cuyo trabajo puede ser muy valioso.

El propio entrenador tiene una buena historia de amor con la Copa. Dirigía a los verdes en la eliminatoria ante el Málaga, que no hay que olvidar que se resolvió por el valor doble de los goles fuera en caso de empate (3-4 en Cáceres y 0-1 en La Rosaleda) y en 2015 estaba en el banquillo del Villanovense para neutralizar en la ida a todo un Barcelona (0-0), aunque después cayese con estrépito en el Camp Nou (6-1). No utilizará hoy el llamativo jersey que portó en el estadio de Villanueva y que tantas bromas levantó: «No me lo he vuelto a poner, aunque lo tengo guardado», comentó en tono de broma el viernes.

Su mensaje giró alrededor de que se trataba de disfrutar de la oportunidad de enfrentarse a un equipo de la élite y que, siendo once contra once, todo es posible. Amante de las jugadas a balón parado, ha trabajado especialmente en los últimos días este aspecto, aunque no será fácil sacarle partido a eso frente a un rival de fútbol habitualmente ‘industrial’ como es el Eibar.