Hasta el próximo lunes no están citados los jugadores del Cáceres 2016 para iniciar la pretemporada oficialmente, pero algunos ya están adelantando trabajo. Tres de ellos pasaron ayer con éxito el habitual reconocimiento médico y en los próximos días varios de sus compañeros harán lo mismo.

Los cacereños Chema Gómez y Juan Sanguino y el pacense Pablo Movilla fueron examinados de forma exhaustiva por el médico del club, Marcos Maynar. La colaboración con Asisa, firmada recientemente, empieza también a hacerse efectiva. Este movimiento ha pasado quizás inadvertido, pero tiene más calado del que parece: la intención es que cuando algún miembro del equipo tengan problemas físicos, sea evaluado lo antes posible, algo que se espera que se consiga tras rubricar el convenio con la empresa especializada en seguros de salud.

EL CUERPO TECNICO Maynar continúa siendo una pieza importante del engranaje interno como responsable de los servicios médicos. En realidad, el cuerpo técnico bajo el mando de Gustavo Aranzana no ha tenido más modificaciones que la sustitución del delegado Mariano Mariño --que alegó motivos de estudios para abandonar su puesto-- por Francisco García. Mario Segalás, José Moreno y Mario Hellín continúan como entrenador ayudante, fisioterapeuta y preparador físico, respectivamente, desde la fundación del Cáceres 2016 en el 2007.

Hasta el lunes --cuando está previsto también un encuentro con los medios de comunicación-- los jugadores no tocarán la pista, aunque algunos se han estado entrenando por su cuenta estos meses de inactividad. Como ya publicó este diario, se espera a todos los componentes de la plantilla exceptuando a Jeff Xavier y Ryan Humphrey, que se incorporarán unos días más tarde tras alegar cuestiones personales. Jelani McCoy ha anunciado que su vuelo aterrizará en Madrid-Barajas el domingo.

Las primeras sesiones se prevén de intensa carga física, aunque Aranzana ha ordenado que prácticamente desde el inicio el balón esté presente. El primer amistoso no será hasta el 4 de septiembre en Sevilla ante el Cajasol, aunque a puerta cerrada para evitar pagar el obligatorio (y caro) arbitraje ACB.