La luz roja se encendió hace ya mucho tiempo porque el Cáceres 2016 lleva 70 días sin ganar, pero al menos se juega esta noche (21.00 horas, Pabellón Multiusos) acabar el 2007, el año de su nacimiento, esbozando una cierta sonrisa. El Prat, filial del Joventut, es su oponente, el equipo que intentará inflingirle la décima derrota consecutiva.

El partido tiene un aire de provisionalidad evidente. La victoria se valoraría más por lo que supone de descarga emocional que por su trascendencia en la clasificación. Da la impresión de que el Cáceres que se verá el 4 de enero en la pista del Axarquía será diferente y que la cita de hoy es un trámite previo a ello, aunque, eso sí, muy peligroso por la coyuntura.

La racha perdedora está siendo muy difícil de digerir por parte de una afición que empezó entusiasmada por el regreso del baloncesto profesional masculino a la ciudad hace apenas tres meses y que ahora está llena de dudas, cuando no de frustración.

En principio será el último partido de la míni etapa de Manuel Piti Hurtado en el banquillo. Sin embargo, y aunque en su momento se dijo lo contrario, la situación ha dado un giro y el director general podría seguir si la mejoría de imagen que ha registrado el equipo se traduce, al fin, en resultados. La continuidad de varios de los jugadores que están a sus órdenes está amenazada, pero el técnico descarta hablar de otra cosa que no sea el partido: "Solo pienso en la victoria y la buscaremos con lo que tenemos", remarca.

Es el norteamericano David Patten el que más se juega. El ala-pívot no está dando aún todo lo que puede ofrecer y, sobre todo, se está pensando muy seriamente que el equipo necesita otra cosa , esto es, un jugador que imponga más en la zona y no la rehúya, como en ocasiones ocurre con el estadounidense.

COMPETIR ¿Cómo llegar a ese objetivo? "Tenemos que salir fuertes y estar metidos desde el primer momento en el partido. Veo a los jugadores más a gusto que antes, con mayor actividad en defensa", destaca Hurtado, que sí reconoce que "los jóvenes son los que peor lo están pasando". Teniendo en cuenta de que más de la mitad de su plantilla tiene menos de 23 años...

Enfrente estará precisamente uno de los equipos nodriza de la LEB Plata, aunque también tiene treintañeros como el base David Martínez, el pívot Jesús Benito y el alero Joffre Lleal, éste recordado por la última etapa del Cáceres CB en la ACB, formando parte del equipo del descenso.

Lleal tiene ya 36, pero supone el contrapunto de jóvenes formados al amparo del Joventut como Marc Rubio --hermano del famosísimo Ricky y también con la vitola internacional en categorías inferiores--, Pere Tomás y Carlos Martín. "La verdad es que, contando los años de experiencia en la LEB Plata, ellos tienen más que nosotros, pero estoy convencido de que es un equipo ante el que podemos competir", apunta el todavía técnico del Cáceres 2016.

UN TRIUNFO MENOS Desde luego, ahora se le puede considerar un rival directo en la zona baja de la tabla: lleva solamente tres victorias en lo que va de competición, una menos que el Cáceres, aunque es cierto que se han producido en los últimos seis partidos tras encajar un 0-7 inicial. Un bagaje pobre, pero que está en mejor línea actual que los extremeños.

Tras las protestas que levantaron algunas decisiones en el partido de Ourense del pasado sábado, al equipo extremeño le quedan pocas ganas de hablar de los árbitros. "Haces alguna llamada o intentas algo, pero luego te das cuenta de que ellos juegan en una liga diferente, que como no tienen clasificaciones no sabes quién es el bueno y quién es el malo", apunta Hurtado, que, como se sabe desde hace varios días, no podrá contar por segundo partido seguido con José María Panadero.

Lo más probable es que Lorenzo Díaz complete la convocatoria, ahora que el otro jugador vinculado, el escolta Dardan Berisha, ha abandonado el Trujillo Destino Turístico.

Mientras tanto, la afición cacereña, tremendamente disgustada tras lo acontecido en los últimos partidos, espera reconciliarse con el equipo. Con el triunfo bastaría, se piensa. Y es que las derrotas pesan en exceso y un cierto halo de frustración se respira en el ambiente.