Fue una tarde de grandes y emocionantes sensaciones. Un pabellón repleto por una afición entusiasta que vibró como hacía tiempo; unos tenistas de contrastada calidad mundial dejándose la piel en la cancha y regalando una final de inusitada belleza. Plástica, de aquellas que se quedan como una foto fija en la retina de, sobre todo, aquellos privilegiados que pudieron vivirla en directo. Una organización impecable que recibió numerosas palmadas en la espalda por el éxito de la iniciativa. Un espectáculo global transmitido por televisión a toda España y buena parte del mundo que vio como una ciudad volcada puede alcanzar los más altos retos que se planteen si existe la sinergia suficiente.

Y ayer, que duda cabe, se produjo. Desde ayer, Cáceres tiene un poquito más cerca la consecución de uno de sus grandes objetivos: proclamarse Capital Europea de la Cultura en 2016. Un triunfo de todos que se plasmaba en las caras de satisfacción justificada de los grandes responsables de que un evento de estas características se haya llevado a cabo. Los rostros de la alcaldesa, Carmen Heras, de la consejera Leonor Flores, del público y de Felipe Vela eran lo suficientemente reveladores. Ayer, no solo Cáceres, sino toda Extremadura tenía claro que se había dado un gran paso. Hay mucho que hacer, mucho camino que recorrer aún, pero la semilla de la ilusión y de la implicación de gran parte de la sociedad extremeña está bastante plantada.

Una pacense orgullosa

Entre la maraña de rostros, uno vivía la final de forma especialmente apasionada. Era Olga Carmona, madre del campeón y natural de Badajoz. "Significa mucho para mí estar aquí. Por mi hijo, claro, y porque la final sea en Cáceres. No tenemos muchas oportunidades en Extremadura de ver eventos de este nivel", reconocía con orgullo.

Olga es una mujer elegante. Tiene una conversación fluida y un porte afable. Un hablar suave, pero firme. Una indudable distinción en la distancias cortas. No se sintió incómoda por tener que vivir con EL PERIODICO algunos de los momentos del partido. Todo lo contrario. Se mostraba natural y compartía detalles técnicos y extradeportivos. "Mi hijo es muy buena persona. David (Ferrer) y él se llevan muy bien. Bueno, la verdad es que Ferrer se lleva muy bien con todos en el circuito. La diferencia entre ambos es que David tiene más mala leche en la cancha que mi hijo".

Junto a ella un nutrido grupo de pacenses, familiares y amigos de la familia Carmona, que vibraron con el juego autoritario de Verdasco. Aún así la tensión en Olga era patente: "No lo puedo evitar". "Menos mal que no le ha salido torero", le espetábamos. "Quiza entonces lo viviría más tranquila, porque no tendría que verle en directo". Madres. Ya se sabe.