El Cáceres se muere. A partir de hoy se puede asistir a la defunción definitiva del proyecto que se inició el 10 de mayo del 1992, con el ascenso a la Liga ACB, tras confirmarse que la viabilidad del histórico club no es posible.

Salvo sorpresa de última hora que ninguno de los protagonistas prevé, el presidente comunicará hoy a los jugadores que todas las gestiones que se han realizado durante las últimas semanas han fracasado y que no podrán, al menos de momento, cobrar sus nóminas. Ello significará que los comunitarios Hurl Beechum y Vladimir Petrovic y los americanos Kevin Thompson y Gabriel Muoneke podrán abandonar la entidad de inmediato e irse a otros clubs. Los nacionales, que tienen asegurado el salario por el fondo de garantía de la ACB, podrán continuar, aunque está claro que el potencial de la plantilla verdinegra se quedará muy disminuido y el descenso sería inevitable.

A LA DESESPERADA

Durante las últimas horas las conversaciones se han sucedido a todos los niveles. Incluso, el propio alcalde de Cáceres, José María Saponi, ha llamado personalmente a directores de entidades bancarias de la provincia para que adelantaran la subvención municipal, pero ninguno de ellos, como ya ha informado este diario, ha dado el sí ante la imposibilidad de cobrar por la situación del club. Todos ellos han alegado en su negativa que, en caso de disolución, los primeros en cobrar, en caso de embargo, serían empleados y jugadores, con lo que no tendrían garantía alguna para recuperar el dinero (360.000 euros, 60 millones de pesetas).

El partido ante el Auna Canarias del domingo podría presentarse, con las actuales circunstancias, como el de la confirmación virtual del adiós a la ACB. Incluso, la asamblea de accionistas prevista para el día 11 de marzo aparecería como prácticamente intrascendente de cara a la salvación del futuro de la entidad, ya que la descomposición de la plantilla aseguraría casi el descenso deportivo.

Fuentes del consejo de administración del club y de la propia plantilla han confirmado a este diario que el escenario planteado es así de negro. Las continuas llamadas a la salvación de los últimos días no han surtido efecto y sólo una sorpresa de última hora terminaría por arrojar algo de luz a la situación.