75 - CÁCERES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD: Jorge Sanz (13), Jeff Xavier (14), Sylvester Berg (4), Paco del Águila (9), Roeland Schaftenaar (12) -cinco inicial- Devin Schmidt (10), Ferrán Ventura (3), Sandi Marcius (10).

66 - IBEREÓLICA RENOVABLES OURENSE: Mikel Uriz (10), Alex Mazaira (3), Joan Tomas (12), Adonys Henríquez (7), Massine Fall (4) -cinco inicial- Diogo da Sousa (2), Dimitrijevic (11), Aaron Menzies (4), David Navarro (4), Van Wijk (9).

Marcador por cuartos: 19-22, 33-36 (descanso), 52-47 y 75-66.

Árbitros: García, Esteve y Ávila. Eliminado: Marcius (min. 40).

Incidencias: Partido de la tercera ornada de la LEB Oro (grupo A) disputado en el Multiusos Ciudad de Cáceres ante 400espectadores.

Dos de dos. El Cáceres Patrimonio de la Humanidad continúa retomando el baloncesto donde lo dejó hace unos meses, aunque sea con pocos actores que repiten. El Ourense, el último equipo al que se enfrentó --y al que ganó-- antes del confinamiento fue este viernes su víctima (75-66), prolongando la sonrisa que los extremeños ya propagaron venciendo en Melilla hace una semana.

El triunfo se fue madurando poco a poco, yendo de menos a más y dando el golpe definitivo cuando había que darlo. Y lo mejor de todo es que se observa un enorme compromiso de todos. Aparte de asuntos relacionados con la táctica, de exigir eso, sentir la camiseta, también se encarga un Roberto Blanco al que no hay que tener vergüenza en reivindicar de una vez por todas.

Toda la primera parte tuvo el mismo tono: el de un Cáceres que no terminaba de estar fino ni en defensa ni en ataque, pero que se agarraba de forma casi fanática al partido, sin permitir que el Ourense, que estaba mejor, se le escapase en el marcador.

No se puede discutir la alegría y las ganas de agradar con las que salieron los verdinegro, intentando practicar un juego coral y vistoso en ataque. En la otra zona el esfuerzo no se negocia y los jugadores van sabiendo que el que lo hace tiene un sitio reservado en el banquillo. En eso este equipo ya es heredero del de la temporada: expertos en tirarse al suelo como Sylvester Berg, aunque todavía tiene que interiorizar mejor su papel de protagonista, siempre van a tener muchísimo peso.

El choque arrancó con la sorpresa de la ausencia de Arkeem Joseph, lesionado. El ‘5’ verdinegro de la malograda 2019-20 fue recibido con aplausos por un público ansioso por ver baloncesto y disfrutarlo, aunque, pese a las medidas de seguridad y distancias sociales, en estos tiempos tenebrosos del covid-19 muchos prefirieron quedarse en casa. Muy pocos o ningún partido oficial del Cáceres en sus distintas versiones tuvo tan poco público en las gradas.

El Cáceres fue la mayor parte de los primeros 20 minutos por detrás, pero nunca por más de cinco puntos. Perdió el primer cuarto (19-22) y empató el segundo (33-36) con la constante sensación de que lo podía hacer mucho mejor, sobre todo por el flanco de que los dos hombres que deben marcar la diferencia, desde lejos, Devin Schmidt y Jeff Xavier, tenían el punto de mira sumamente desviado. Sí gustaba extraordinariamente Roeland Schaftenaar, que transmite fiabilidad y clase en muchas de sus acciones. Interesantísimo que un jugador de 2,11 pueda compatibilizar tan bien las dos posiciones interiores.

Segunda parte

Segunda parteLa vuelta de vestuarios no pudo ser mejor: varias buenas defensas consecutivas, un triple a tabla de Paco del Águila y un par de canastas más de Schaftenaar y Xavier establecieron un parcial de 7-0 que devolvió la iniciativa (40-36, min. 24).

La fiesta continuó con un tono ascendente. No hay mejor llave para las victorias que no permitir canastas en el aro propio porque para anotar la inspiración acaba apareciendo. Funcionó esta vez la rotación de la segunda unidad, con Schmidt, Ferrán Ventura y un Sandi Marcius que abusó por momentos del gigantesco pero inexperto Aaron Menzies (2,21).

Hubo incluso un amago de ‘break’ (50-40, min. 28), pero Ourense no había a entregarse tan fácil y redujo algo la distancia al final del tercer cuarto (52-47).

El tono de combustión continuó siendo bueno a continuación, cogiendo el relevo en ataque Schmidt, uno de esos tipos a los que la pizarra les da casi igual, pero con los que te tienes que callar porque enchufan la vida misma.

El partido estaba encarrilado a 7:49, cuando Gonzalo García de Vitoria tuvo que pedir tiempo muerto (60-49). Los gallegos no se dejaron ir, pero parecieron conscientes de que habían perdido el tren del partido definitivamente y que tardarían tanto en cogerlo el AVE en llegar a Extremadura.

Tiró de oficio en esos momentos el conjunto local, que no permitió un acercamiento que hiciese que los nervios aflorasen. Para ello, de entre el notable alto general también conviene destacar a Jorge Sanz, cuya trayectoria en la LEB Oro podía hacer levantar sospechas, pero, ayudado por Ferrán Ventura, está llevando admirablemente ser el único base debido a la lesión de Fran Cárdenas.