Pocas veces en los últimos diez años el ambiente baloncestístico de Cáceres se ha teñido de tanto pesimismo como el que se atisbó el pasado sábado en el vital encuentro ante el Fórum Valladolid, saldado con derrota verdinegra.

Cuando aún hay mucho tiempo para salvar la difícil situación deportiva que se presenta al más importante de los clubs extremeños, el clima que se ha creado no es, en absoluto, el mejor. Jugadores que no cobran, que se van o los echan, ayudas que no llegan, gestiones que están muy lejos de fructificar... el panorama no es, ni mucho menos, alentador. Negro, muy negro todo.

Los problemas extradeportivos han terminado por hacer mella no sólo en el equipo, sino en la propia afición, en otro tiempo ilusionada y con ganas de disfrutar. Estoy seguro de que las penurias económicas de los últimos cuatro años han terminado por crear el caldo de cultivo de esta situación, que afortunadamente no es irreversible si ciertos resortes se mueven. Es una lástima, porque en pocos meses nos podemos quedar sin uno de los lujos de los que puede presumir esta ciudad y esta comunidad autónoma.

Recomiendo que lean el nuevo capítulo de La ciudad feliz , del genial José Ramón Alonso de la Torre, que se publica hoy en este diario en la sección de local. El da el diagnóstico exacto del enfermo. ¿Habrá vacuna? Si no la hay, lo lamentaremos todos.