CACERES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD - 84: José Antonio Marco (6), Garfield Blair (18), Luis Parejo (17), Kelsey Williams (9), Javier Carter (12) --cinco inicial-- José Medina (0), Miguel Conejero (3), Pablo Bayle (5), Carlos Ferreiro (4), Juanma Ruiz (4), Mansour Kasse (6).

ASKATUAK - 56: Cheikhouna Kane (4), Beñat Hevia (8), Javier Pérez (8), Ignacio Urtasun (14), Aritz Martínez (8) --cinco inicial-- Iker Andía (3), Imanol Millares (3), Urko Fernández (7), Gana Ndiaye (1).

MARCADOR POR CUARTOS: 21-14, 39-28 (descanso), 65-42, 84-56 (final).

ARBITROS: García León y Mendoza.

Al fin el Cáceres consiguió una victoria contundente, exceptuando la del estreno liguero en Prat. Y en el momento en el que más la necesitaba, para ahuyentar posibles nervios. El Askatuak fue abofeteado por el equipo de Ñete Bohigas hasta el 84-56 final, dejando además momentos de muy buen juego. Ya era hora.

Vale: el rival es por el momento el peor equipo de una liga floja. Aún no ha ganado un partido y, al menos en el Multiusos, pareció más un EBA. Pero el partido del Cáceres era contra sí mismo, contra sus miedos, sus desconexiones, sus grietas. Y lo resolvió razonablemente bien. Gustando y gustándose, sobre todo tras el descanso.

El choque ya empezó bastante bien: 16-1 a los cuatro minutos. Para desayunar no está mal manejar una diferencia cómoda desde el principio. Lo mismo sucedió ante el Zornotza y no se supo administrar. Esta vez, pese a que el Askatuak despertó y se acercó hasta un 18-13, no hubo más despistes de los estrictamente imprescindibles.

Fue una mañana para confirmar de nuevo que, al menos en el plano individual, el Cáceres tiene un muy buen equipo. Sobre todo si consigue meter en la dinámica a Garfield Blair, bastante errático en la racha de tres derrotas consecutivas. Esta vez estuvo perfecto en el tiro (6/6 de dos y 2/2 en triples), lo mismo que Luis Parejo (2/2 y 3/3). Son dos jugadores de un calibre enorme para esta categoría. Si por dentro hacen su trabajo --ayer sí, 40-27 en rebotes-- y José Antonio Marco ordena la orquesta, estar arriba es absolutamente obligatorio, que nadie se engañe. La línea argumetnal del partido no varió en el segundo cuarto: cuando el Cáceres apretaba defensivamente y movía bien el balón en ataque, las diferencias volvían a ampliarse con cierta facilidad. Sin embargo, faltaba darse la fiesta que el equipo le debía a su menguada afición (39-28, descanso).

LA RUPTURA Ese momento llegó en el tercer cuarto. Los locales al fin se sintieron a gusto al cien por cien sobre la pista y aniquilaron sin piedad cualquier resistencia de los vascos.

Fueron los mejores minutos de lo que va de temporada, incluso con cierto protagonismo para un jugador que se abre camino en la rotación: Pablo Bayle. Es un exterior muy físico que puede aportar mucho en los dos lados de la cancha.

En un abrir y cerrar de ojos, el hueco en el marcador subió de los 20 puntos (65-42, min. 30) y el último cuarto solo sirvió para dar confianza a los menos habituales, como Carlos Ferreiro, que se marcó un estupendo '3+1'.

Por supuesto que queda terreno por caminar (con prioridad en minimizar absurdas pérdidas de balón con pasos) y no todos los rivales serán tan absurdamente fáciles (pocas veces se ha visto que un equipo anote los mismos puntos en los cuatro cuartos, 14). Pero ser el equipo de una ciudad histórica en el baloncesto y tener un presupuesto alta para lo que es la LEB Plata tiene estas exigencias.

Otra muy buena noticia de la mañana fue que volvió a las pistas --y ante su gente-- la árbitro cacereña Esperanza Mendoza, lesionada de gravedad el pasado mes de mayo. Felicidades.