CACERES PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD - 75: Dani Rodríguez (6), Asier Zengotitabengoa (5), Pedro Robles (16), José Angel Antelo (6), Leon Williams (11) --cinco inicial-- Juan Sanguino (0), Justin Sedlak (4), Dreke Bouldin (0), Xavi Forcada (1), Carlos Cherry (26).

GRUPO IRUÑA NAVARRA - 84: Mikel Uriz (26), Víctor Pérez (10), Rakocevic (9), Kevin Langford (8), Ondrej Starosta (12) --cinco inicial-- Anton Savitski (4), Raya (0), Jorge García (15).

MARCADOR POR CUARTOS: 20-17, 40-40 (descanso), 63-59, 75-84.

ARBITROS: Pagán y Pérez Bermejo. Eliminado: Starosta (min. 38).

El peor Cáceres de los últimos años, al menos de la era Aranzana , se pegó ayer un doloroso tiro en el pie. Cayó con holgura (75-84) ante un Grupo Iruña Navarra que llegaba sin dos de sus principales jugadores, Iñaki Sanz e Iñaki Narros. Eso no le impidió dar un baño baloncestístico que deja muy tocado a su oponente. No se puede ser más inconstante. Si se es irrespetuoso con las esencias del baloncesto --orden, acierto y concentración--, el precio de vivir de las individualidades se acaba pagando inexorablemente. Sin llegar a la inmolación, la derrota es de las que invitan a reflexionar. Y mucho.

La irregularidad del Cáceres --por decirlo de una manera suave-- se expresó bien en la primera parte. Lo mismo alternaba unos minutos geniales con otros deplorables. En su descargo está que tuvo que manejarse en un territorio poco explorado: la ausencia de José Angel a partir del minuto 4 tras haber cometido dos faltas. No regresaría hasta después del descanso.

Sin el gallego en pista falta una referencia fundamental, pero aún así, a base de coraje, se consiguieron al principio algunas ventajas (18-12, min. 8), que derivaron a un 20-17 de final del primer cuarto.

EL PRIMER AVISO Carlos Cherry cogió entonces la voz cantante y con diez puntos casi seguidos dio un buen impulso al marcador (34-23, min. 14). Pero algo ocurrió entonces porque los plomos se le fundieron al equipo de un atónito Gustavo Aranzana en los siguientes minutos. No jugó un pimiento entonces y encajó un inopinado 1-12 que volvió a meter al Navarra en el partido. Posesiones caóticas en las que el balón quemaba, tremendos boquetes en defensa y total igualdad (40-40) al descanso.

El regreso de vestuarios fue aún más sombrío. El Cáceres pareció no tener pulso cuando su oponente castigó sus numerosos errores con triples estratosféricos y entrando en la zona rival como Pedro por su casa. Los silbidos fueron la banda sonora del inquietante 40-47 (min 14). Fue entonces cuando apareció de nuevo Cherry para reivindicarse. Unos fogonazos suyos empujaron de nuevo al resto a recuperar el rumbo hasta el 63-59 de final del tercer cuarto.

Duró poco. Con Cherry en el banco, el Navarra siguió haciendo su juego racional, moviendo el balón a la búsqueda del jugador solo, que al final lo clavaba. En medio de una desorganización total, el Cáceres se fue metiendo en un agujero cada vez más deprimente. Ese último giro ya fue el definitivo con impotencia en la pista, en la grada y en el banquillo. No hubo ni final apretado. Esta imagen no puede darse, se gane o se pierda.