Se reencontró el Cáceres Patrimonio de la Humanidad consigo mismo y el premio fue ganarle a uno de los ‘grandes’ de la LEB Oro, un Melilla que llegaba en plena racha positiva. El 58-54 final puede sugerir un partido feo y quizás lo fue en lo que se refiere al juego ofensivo, pero el despliegue en defensa de los locales y su merecida victoria lo convierte en muy especial.

Dentro de un esforzado trabajo colectivo, la noche tuvo un nombre propio, el de Jorge Bilbao, que le puso cara a la entrega de todos a base de músculo y destreza. Hacía mucho que el público del Multiusos no idolatraba tanto a un jugador por lo que transmite, ese seductor empeño que le pone a todo. Se le necesitaba más que nunca al estar lesionado el otro ‘5’ del equipo, Arkeem Joseph. Tampoco pudo jugar otro hombre clave, Niko Rakocevic, lo que le confiere un mérito superior a lo sucedido.

El mensaje de inicio estaba claro: no repitió ninguno de los cinco titulares ante el Canoe, en un naufragio que escoció. Bajas aparte, Roberto Blanco apostó por seguramente sus cinco jugadores más ‘de choque’, lo que dio inmediatamente dividendos, ya que a un equipo con mucho talento como Melilla le costó anotar. Lo que pasó es que en el otro aro tampoco había claridad, lo que deparó un primer cuarto bastante difícil de soportar, con mucha imprecisión.

La entrada a pista de Ricardo Úriz (6-9, min. 7) dio luz al juego ofensivo. Enchufó dos triples ‘de los suyos’ y dio la iniciativa al Cáceres, que se puso por delante tímidamente (14-12, min. 10).

Muchas cosas empezaron a fluir a partir de entonces. La defensa continuó siendo muy buena, desesperando por completo al oponente, mientras que en ataque la anotación llegaba sobre todo a través de tiros libres muy bien buscados, ya que Melilla entró muy pronto en ‘bonus’. Resulta paradójico que en un partido tan áspero llegase quizás la jugada de la temporada: un balón por el que Bilbao se tiró al suelo como si le fuese la vida en ello, a lo Dennis Rodman, y que acabó en manos de Úriz, que la clavó desde siete metros. Era el 32-21 (min. 18). Dos tiros libres del omnipresente Bilbao llevaron al intermedio con un alentador 34-24.

No hubo muchas más canastas, pero sí emociones de las buenas.

En el tercer cuarto el conjunto extremeño ofreció su mejor versión, compatibilizando una estupenda defensa que nunca llegó a aflojar con la circulación de balón que tanto le gusta a su entrenador. Con 46-32 (min. 27) el Melilla parecía estar ‘a punto de caramelo’, pero había que seguir peleando. Y mucho.

RESISTENCIA / Y es que los visitantes por fin empezaron a demostrar su capacidad para hacer daño y fueron recortando poco a poco: 48-37 (min. 30), 52-48 (min. 35)... Sin embargo, se cumplió la vieja norma del balóncesto: una reacción así no se culmina hasta que el que remonta se pone por delante. El Cáceres, que llegó a sentir el aliento melillense en el cogote (54-52 a 2:13), consiguió resistir, recurriendo para ello a la fórmula de los dos bases y, cómo no, con Bilbao apareciendo para sentenciar.

El entusiasmo, contenido durante toda la noche porque nunca llegó a estar claro el desenlace, se desató en una grada que ya ha elegido ídolo para esta temporada. Y no es ninguna de las teóricas estrellas de la plantilla, sino un tipo que fue despedido con gritos de «MVP, MVP»: Jorge Alain Bilbao Torrontegui.

CÁCERES 58-54 MELILLA

Marcador por cuartos: 14-12, 34-24 (descanso), 48-37 y 58-54 (final).

Árbitros: Muñoz, Cañigueral y Esteve. Eliminados: Hartwich (min. 27) y Sidibe (min. 41).

Pabellón: Ciudad de Cáceres.

Espectadores: 1.500.

Cáceres Patrimonio de la Humanidad: Aitor Zubizarreta (7), Luis Parejo (7), Sylvester Berg (0), Paco del Águila (3), Jorge Bilbao (16) -cinco inicial- Ricardo Úriz (15), Ferrán Ventura (0), Milan Nikolic (6), Jordy Kuiper (4).

Melilla Baloncesto: Austin Luke (0), Caleb Agada (17), Fede Uclés (4), Osvaldas Matulionis (9), Amadou Sidibe (6) -cinco inicial- Javi Marín (0), Philipp Hartwich (3), Andris Misters (9), Didac Cuevas (0), Romaric Belemene (2), Mirza Bulic (2).