José Manuel Calderón se siente como en casa en Dallas, en el corazón del estado de Texas. La proximidad con la frontera con México hace que mucha de la población que le rodea hable español. Sin embargo, el base nacido en Villanueva de la Serena ha viajado allí por motivos más allá de los culturales: quiere volver a ganar. En sus ocho años en la NBA solamente ha estado dos veces en los playoffs .

La mejor competición baloncestística del planeta se inicia mañana con un desafío grande para el extremeño, que acaba de firmar un contrato de cuatro temporadas. En Dallas, cuyo propietario es el excéntrico multimillonario Mark Cuban, se confía en él como timón de un equipo que tiene un grupo de veteranos jugadores ansiosos por llegar lejos en la Conferencia Oeste. El principal de ellos es Dirk Nowitzki, el alemán con el que Calde se ha enfrentado en múltiples ocasiones en campeonatos internacionales.

Un anotador como Monta Ellis y un intimidador como Samuel Dalembert son las otras dos incorporaciones relevantes de los Mavs, habitualmente apoyados por un público muy caliente que ha puesto grandes esperanzas en el jugador villanovense.

De momento, algunos problemas físicos le han impedido mostrarse mucho en pretemporada, normalmente reservada para probaturas y no forzar a los titulares. Pero es seguro que será titular en la búsqueda de los playoffs . En sus ocho años en la NBA, Calderón únicamente ha jugado dos veces en la lucha por el título, y en ambas, con Toronto Raptors, fue eliminado en la primera ronda.

Sin embargo, los números le avalan, y no solo por su sucesión de éxitos en campeonatos internacionales --este verano ha sumado un bronce en el Eurobasket--, sino por la constancia que ha tenido en Toronto, donde ha jugado la mayor parte de su carrera, exceptuando los últimos meses de la pasada campaña, cuando fue traspasado a Detroit Pistons. Sus promedios son de 10,1 puntos y 7,2 asistencias, experimentando una notable mejora en lo que al principio era su gran carencia: el tiro exterior. Baste un dato: la temporada anterior promedió un 46,1% en triples... cuando en la primera, la 2005-06, solo alcanzó un 16,3%.

Calderón es uno de los cinco españoles que permanecen en la NBA junto a los hermanos Gasol (Pau y Marc), Ricky Rubio y Víctor Claver. Todo un lujo para el deporte extremeño.

LA LUCHA POR EL TITULO Hace solo un año, los Lakers se las prometían muy felices con la llegada de Dwight Howard y Steve Nash a su plantilla, convencidos de que serían capaces de estirar el talento de un equipo que logró el anillo en el 2009 y en el 2010. El paso del tiempo ha demostrado que se trataba solo de un espejismo. A duras penas, los Lakers entraron en los playoffs y ahora afrontan el inicio de la nueva temporada de la NBA (el próximo martes, día 29) con expectativas radicalmente diferentes. Howard se ha ido a los Houston Rockets a cambio de 88 millones por cuatro temporadas; Kobe Bryant se recupera de una grave lesión en el tendón de Aquiles, sin que haya, de momento, fecha de su vuelta; Pau Gasol, operado de tendinitis en las dos rodillas en verano, apura su último año de contrato; Nash enfila este febrero la barrera de los 40. El futuro para los Lakers es, ahora mismo, una nebulosa hasta el punto de que se cruzan apuestas sobre si alcanzarán las eliminatorias.

Ahora es el calor de Miami el que calienta la Liga, alimentado por el fuego del big three formado por LeBron James, Dwyane Wade y Chris Bosh, quienes tendrán la opción el próximo verano de cortar su contrato y convertirse en agentes libres. El equipo de Erik Spoelstra afronta una temporada que cambiará el formato de los siete partidos de la final (del 2-3-2 al 2-2-1-1-1) en plena madurez y con una pincelada que puede darle la solidez que le falta en la zona: la llegada del pívot Greg Oden, número 1 del draft del 2007, alejado de las pistas los últimos cuatro años por sus rodillas de cristal.

No será fácil, en cualquier caso, el camino de Miami hacia el threepeat, una contracción en inglés entre las palabras tres y repetir, que ha hecho fortuna en EEUU para referirse a los que buscan el tercer título consecutivo. La duda surge ante los mínimos cambios en los Heat y por lo que se vio en los últimos playoffs , con los Pacers llevando a los Heat al límite en el séptimo partido de la final del Este. Y con los Spurs, malgastando su oportunidad en el sexto partido de la final, permitiendo un triple de Ray Allen que rescató a los Heat y forzó la prórroga.

Si hacemos caso a la encuesta anual de la NBA entre los manágeres de las 30 franquicias, no hay otro favorito que Miami (75,9%), pero los Indiana Pacers y San Antonio Spurs (7%) aparecen también en algunas respuestas, como los Bulls, Clippers y los Thunder de Oklahoma.

La razón de esas apuestas tienen fácil explicación. Los Spurs mantienen la estructura que les llevó a dominar la Conferencia Oeste (Parker, Ginóbili, Duncan). Los Pacers recuperan a Danny Granger, un fijo del All-Star antes de su lesión, y refuerzan el banco con Scola. La vuelta de un Derrick Rose sano ha disparado hasta la estratosfera la ilusión en los Bulls. Los Oklahoma Thunder sueñan con la vuelta del lesionado Russell Westbrook para liderar al lado de Kevin Durant y un Serge Ibaka al que se le exigirá más protagonismo.

BAILE DE NOMBRES El caso de los Clippers es especial. Vive una revolución, empezando por la llegada del técnico Doc Rivers, desde los Celtics (uno de los cuatro entrenadores en activo con el título de campeón), lo cual les convierte, por sí solo, en aspirante al anillo. Pero a una plantilla con ChrisPaul, Blake Griffin y De André Jordan, han añadido a JJ Redick, Jamison, Collison y Dudley, pólvora suficiente para entrar en todas las quinielas.

También ha vivido una revolución el vestuario de los Brooklyn Nets del oligarca ruso Mijaíl Projorov, que ha disparado el presupuesto por encima de los 100 millones de dólares (72,45 millones de euros), 20 más que los Lakers, con una plantilla con cinco jugadores que cobrarán más de 12 millones de dólares (8,7 millones de euros) y que pagará más de 58 millones de euros de multa por superar el límite salarial. Jason Kidd coge las riendas del banquillo, tras colgar la camiseta, y llegan Kevin Garnett, Paul Pierce y Jason Terry desde los Celtics (Boston ha desintegrado su último proyecto en una gran reconstrucción), además de Alan Anderson y Andrei Kirilenko, lo que convierte la inversión de los New York Knicks, ahora el rival pobre en el duelo ciudadano (Andrea Bargnani, Metta World Peace y Beno Udrih) en un juego de niños.

También de Texas llegan noticias impactantes. La llegada de Dwight Howard dispara el valor de unos Rockets que presumían ya de James Harden, Parson y Jeremy Lin.

En cambio, existen serias dudas de que los Grizzlies de Marc Gasol (valorado ya como el segundo mejor pívot de la Liga, tan solo por detrás de Dwight Howard), que tan buen sabor de boca dejaron la pasada temporada, mantengan su línea ascendente y continúen como una de las alternativas de la Liga, tanto por los discretos refuerzos (Mike Miller, Koufos y Calathes) como por la marcha del técnico Lionel Hollins, sustituido por su ayudante David Joerger. En esa línea se encuentran también los Timberwolves de Ricky Rubio, a quienes, como mucho, se espera en los play-off si el base catalán logra dar un paso adelante, si la estrella del equipo, Kevin Love, se mantiene sano y si funcionan como se espera las nuevas incorporaciones, Kevin Martin y Corey Brewer.