CACEREÑO: Félix; Diego, Caballero (min. 66, Guillén), Jaime, Pedro García; Rocha, Cobos, Pablo (min. 65, Tete), Gabi, Sergio (min. 80, Bernal); Nico.

BADAJOZ: Pata, Ferrer, Bouba, Agustín, Germán; Nene (min. 80, Borja), Xavi Moro, Navarro (min. 90, Víctor), Dani, Cheli; Sergio Cruz.

GOL: 0-1-Min. 46: Sergio Cruz.

ARBITRO: Malagón Elías. Bien. Amarilla al local Nico y roja a Diego (min. 44). Por los visitantes, amarillas a Agustín, Xavi Moro y Nene.

INCIDENCIAS: El partido tuvo que pararse durante cuatro minutos por incidentes en la grada entre las dos aficiones.

El espectáculo deportivo del gran derbi extremeño igualó al ambiental. El Badajoz, que es un equipo mucho mejor diseñado que el Cacereño, se llevó el duelo regional con justicia, pero sin alardes. Los tres puntos acercan a los pacenses a la liguilla y la falta de ellos deja a los verdes igual de descolocados que antes del inicio de la jornada, ya que la derrota del Betis B, al menos, marca una jornada de transición en la lucha por no descender.

La calidad del fútbol tuvo un nivel exactamente igual de nefasta que los incidentes de la grada. No hubo noticias de triangulaciones, de fútbol ofensivo ni de nada apetecible para los gourmets de la grada. Tampoco eso es una novedad para un derbi al uso, donde suele imponerse el antifútbol y el resultadismo.

Antes de la jugada clave del partido --la justa expulsión de Diego al filo del descanso-- ya el Badajoz fue mejor que el Cacereño. Aunque suene raro, a los pacenses sí habría que exigírseles más, debido a la concentración de talento que tiene su plantilla, pero al grupo de Ismael Díaz no. Es el Cacereño un equipo limitadísimo, gane, pierda o empate, y si aún está vivo en la categoría es por la enorme honradez que atesoran sus jugadores. No tiene apenas delanteros, sus mejores hombres de ataque son centrocampistas y atrás está siempre muy mermado, casi siempre por culpa de las circunstancias negativas como expulsiones o lesiones.

CONFUSION El batiburrillo táctico, con jugadores que van y vuelven de sus posiciones naturales, tampoco contribuye a aumentar las prestaciones de uno de los peores planteles de jugadores que ha sufrido la afición cacereña en mucho tiempo.

Contra todo ello, el Badajoz, con su anarquía y su falta de agresividad ofensiva, acumuló un buen número de ocasiones en el partido que le hicieron acreedor al resultado. Sergio Cruz, en el 17, salvó a Félix Campo por alto, pero Caballero despejó desde la raya de gol.

Las aproximaciones visitantes fueron decayendo conforme pasaban los minutos, aunque el Badajoz seguía teniendo el balón mucho más. El Cacereño se quedaba reducido al talento de Cobos y Rocha, especialmente de éste, pero muy poco más. El Badajoz perdía gas hasta que llegó un contragolpe que terminó en derribo claro de Diego a Sergio Cruz (min. 44). Falta y expulsión. El encuentro ya estaba mediatizado por esta acción, por otra parte bastante diáfana. Félix Campo evitó un tanto poco después con un paradón ante Germán, uno de los mejores del grupo de Juanma Generelo.

En el segundo acto, el Badajoz se encontró con la horma de su zapato tras un fallo de la retarguardia local que acabó con un pase de la muerte hacia Sergio Cruz, que no perdonó.

Con diez y con 0-1, la casta local le dio buenos minutos, aunque sin acumular una sola ocasión diáfana. Era casi imposible, ya que los pacenses se defendían bien del minidominio cacereño, por otra parte bastante ficticio.

La salida de Tete, una vez más, dio un poco más de fuelle al Cacereño, pero la sensación era que el Badajoz era el que más cerca estaba del 0-2. Sergio Cruz marró un par de opciones pintiparadas para ello, pero el espigado delantero no estuvo inspirado en el momento clave. Los verdes, ni eso: claro, carecen de puntas ni siquiera para crear ese peligro, encomendados durante las últimas jornadas al jovencito Sergio, un jugador que el año pasado goleaba en el Ciudad de Plasencia. Su sustituto, Guillén, lo hacía hasta hace poco en la Regional castellano-leonesa...

En fin, la lógica sólo tiene un camino y ayer tuvo color pacense. La del Cacereño tiene tinte negro, pero eso ya no es una sorpresa: es un sufrimiento.