Los que tenemos ya una cierta edad recordamos con nostalgia aquellos momentos de disfrute con ese dios llamado balón, de cuero o goma, en plena calle. Cualquier sitio era bueno. En mi caso, nos gustaba ir al Rodeo o la ´acerca´, en su día un maravilloso descampado que ahora ocupa la barriada cacereña de Moctezuma. Después íbamos a algún equipo de la ciudad y, ya federados, disputábamos los encuentros de los sábados en los campos de la Federación de Pinilla (aunque estén el mismo sitio, ahora están en La Mejostilla). Pero no solamente han cambiado el paisaje y los nombres de los barrios. Además de que casi ningún niño juega al fútbol en la calle, cuando lo hace, observar sus movimientos nos lleva a advertir que ahora, los que tienen condiciones técnicas, han cambiado ´nuestros´ taconazos por las rabonas (que no existían entonces), o los ´túneles´ por la ´cola de vaca´ (que inventaría después Romario), entre otras cosas. ¿Motivo? Para mí que la televisión tiene mucho que ver en ello, que mediatiza, per se, la evolución del fútbol.