"Este partido también lo ganarás. No estás solo". Mientras esas palabras desfilaban anoche por los gigantescos videomarcadores, el Camp Nou se estremecía. Aún aplaudía entregado a un hombre que no estaba con ellos. A un jugador que seguía ingresado en una clínica de Barcelona mientras miles de personas, muchas de ellas con su camiseta, se entregaban de manera tan emotiva que el estadio tuvo, como diría Cruyff, la "gallina de piel".

Resultó algo tan extremadamente sencillo como profundo. Había tal cantidad de pancartas que llenaron el estadio, transformado en un improvisado muro de solidaridad hacia Abidal, ese defensa del Barça al que le detectaron el pasado martes de forma repentina un tumor en el hígado. No hace ni una semana, concretamente el domingo en Sevilla, Abi , "uno de los nuestros", como lo definió Guardiola, dejaba un despeje con la cabeza para la historia. Desde el césped del Sánchez Pizjuán y arrastrando su poderoso cuerpo, le quitó la pelota a Negredo, una imagen que se recuperó ayer en el Camp Nou. Luego apareció el maldito tumor. Después, el vestuario quedó impactado, sin entender qué demonios había pasado. Vino Abi , dio ánimos a sus compañeros y fue ingresado en la clínica, donde fue intervenido con éxito el jueves.

Después de la ovación para Abidal hubo un minuto de silencio por las víctimas del tsunami de Japón y luego, llegado el minuto 22, el dorsal de Abi , el público volvió a acordarse de él con otro aplauso.