El teléfono móvil de Manuel Martínez registró 72 llamadas perdidas desde el momento en que se convirtió, la noche del viernes, en el primer campeón del mundo español de atletismo en pista cubierta.

Uno de esos 72 intentos fallidos de comunicación con el lanzador de peso leonés fue el del secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez-Angulo, que no pudo felicitar personalmente al flamante campeón mundial.

Gómez-Angulo sí pudo hablar, no obstante, con el presidente de la Federación Española, José María Odriozola, para que hiciera llegar su felicitación a Martínez, que vivió momentos de gloria con su inesperado triunfo.

A la hora de la cena, el leonés, un atleta que se distingue por su modestia y afabilidad, hizo, a su pesar, una entrada triunfal en el comedor. Un grupo de atletas españoles rompió a aplaudir y el resto de los comensales se sumó al homenaje. Puestos en pie, tributaron una ovación a Manolo.

El leonés hubo de saludar, brazos en alto, antes de tomar asiento para disfrutar en el hotel de una modesta cena junto a sus compañeros de equipo. Todo fue una fiesta.

ESPERANZA DE HOY

Mientras, hoy la atención estará centrada en el español Alberto García, flamante plusmarquista europeo de 3.000 y 5.000 metros en sala, que es el hombre convocado a dificultar la victoria a Gebreselassie. Sin nada que perder, el madrileño puede multiplicar su prestigio en el caso de ganar.

Será el colofón a unos campeonatos que pueden tener color español, de nuevo, aunque no todo ha salido bien. El fracaso de ayer en el 1.500 es la nota negativa de una participación que, en cualquier caso, ha sido un éxito. Todo cimentado en la gesta de un atleta, el leonés Manuel Martínez, que ha acreditado su enorme clase ganando a lo campeón en la jornada del viernes.