Para el fútbol cacereño resulta humillante volver a Tercera División. Es evidente que el proyecto alimentado por Félix Campo y ejecutado por Ismael Díaz ha fracasado del modo más terrible y cruel. Nada ha salido bien en lo deportivo, por mucho que las arcas estén saneadas: fichajes intrascendentes, acumulación de lesiones y, sobre todo, una enorme desconexión con la grada.