Glosar la aún corta pero no por ello menos intensísima vida de Javier Cano Blázquez (Cabezuela del Valle, 23 de abril del 1990) resulta un ejercicio prolijo. Adentrarse siquiera en lo más esencial de la figura del actual campeón de España de escalada deportiva puede aparecer hasta un acto de constricción de proporciones considerables. Quizá resulte incluso osado presentar a alguien que, además de deportista de élite, con continuados viajes por todo el mundo y actividades mil, es empresario emprendedor y responsable técnico de la federación presidida por José Antonio García.

"Si no llega a ser porque mi familia me montó un rocódromo y por la motivación que me ha dado siempre, seguro que no estaría hablando contigo ahora", se aventura el protagonista, aventurero de la vida, a afirmar con énfasis. De aquello que recuerda ahora el escalador-empresario-alumno-docente hace once años. Tenía él 15, calcula. Su padre le hizo un hueco en una nave donde guardaba los camiones, en el contexto de una familia pertinaz en el empeño, terca en positivo en el desempeño hasta conseguir su meta.

El y su hermano Juan José Cano ("del que siempre he querido seguir los pasos y me metí en esto por él") han hecho historia para el alpinismo y la escalada regional, situándose, literalmente, en lo más alto. Así lo asegura, sin ambages, el propio Javier, actual director técnico de la federación que aglutina a muy diferentes modalidades, incluidas las ahora tan en boga denominadas como carreras por montaña, y que cuenta con alrededor de 2.500 licencias, una cifra estratosférica para el número de habitantes. "Creo que es la quinta de toda España en número", ejemplifica.

CON LOS SUYOS De niño estudió en el colegio Armando Barbosa de 'su' Cabezuela, y después en el IES Valle del Jerte antes de llegar al IES Parque de Monfragüe placentino para un ciclo formativo. También culmina un grado en su especialidad en Ciencias del Deporte. Todo gira en torno a lo mismo: aprender, entrenar y enseñar valores. De chico, "con 13-14 años, ya empecé en esto", cuenta, de la mano de su hermano y con la ayuda familiar siempre presente. Desde hace seis años, su novia, Coral, también es esencial.

"Se me daba bien, me metí a fondo y aquí sigo, espero que por muchos años". Por entonces, adolescente él, seguía quedando con sus amigos de siempre "y que también en todo momento me han ayudado". Incluso para fiestas y para pasear por el pueblo rumiando su futuro como buena mente inquieta.

En numerosas ocasiones terminaba en el rocódromo con alguno de ellos, o solo, porque su particular obsesión por mejorar ha sido evidente en todo momento, asegura Cano, que desvela que "jamás" ha probado el alcohol, "ni siquiera en Nochevieja" sin tener nada en contra de quienes lo consumen. Es una "opción de vida que escogí", sin más dramatismos ni alharacas a modo de pose.

SUEÑO OLIMPICO Su sueño, desde luego, es ser olímpico, aunque no lo podrá hacer en Río porque la escalada aún no es deporte incluido por el COI para los Juegos. Salvo sorpresa, una de las especialidades, el overol, ya sí lo será en la cita de Tokio 2020. El pasado año, fue tercero en una de las pruebas de la Copa del Mundo, con lo que sus posibilidades son nítidas.

Su otra meta es superar al mejor escalador español de todos los tiempos, el número uno durante más de una década, el catalán Ramón Julián, su amigo, su rival... y en realidad, confiesa, su ídolo. Ya le ha vencido en más de una ocasión, pero sigue reconociendo que es el verdadero "número 1". Es el espejo en el que se mira, pero también el enemigo deportivo a batir, un ejercicio desde luego muy sano.

Pero no son los hermanos Cano los que están haciendo historia. Detrás de ellos hay una pléyade de deportistas de primer nivel en el escalafón nacional: los nombres de Paula de la Calle, Antía Freitas, Alberto Ginés, Miryam Ginés, Cristina Vázquez o Alejandro Crespo, Pablo Rodríguez engrosan una nómina de escaladores sobresalientes, que esperan seguir una estela hacia lo más alto. Para Javier, para los Cano, no hay alturas que no puedan superarse.