Quien va al gimnasio tres veces por semana y utiliza la instalación durante unos 50 minutos por día --no se queda en la cafetería, sino que corre en la cinta estática, pedalea en una bicicleta, maneja las máquinas de musculación o nada en la piscina-- es un deportista. Ese individuo hace un esfuerzo muscular y activa su corazón hasta los límites que su voluntad decide, un umbral que puede ocultar una lesión cardiaca que sin previo aviso le cause muerte súbita por infarto de miocardio. Sin dejar de reiterar que la práctica de deporte fortalece el corazón y la salud, los cardiólogos proponen que se regule legalmente la exigencia de alguna prueba diagnóstica --un electrocardiograma, entre otras-- a los ciudadanos que mantengan una pauta de ejercicio físico regular. Incluidos los escolares.

Entre el 70 y el 80% de los deportistas que están federados en España no se han sometido nunca un electrocardiograma de reposo a instancias de su club, pese a que la realización de esta prueba médica puede advertir de la presencia de cardiopatías y prevenir casos de muerte súbita.

Así lo ha asegurado el presidente de la Sociedad Española de Medicina Deportiva, el doctor Pedro Manonelles, quien insiste, en declaraciones a Europa Press, en la necesidad de "concienciar" a las instituciones deportivas y a los clubs para que "hagan un seguimiento" y "protejan la salud de sus deportistas".

Tras el infarto sufrido este fin de semana por el futbolista del Salamanca Miguel García, este experto ha recordado que "hay que intentar conocer aquellos deportistas que tienen riesgo de presentar una muerte súbita", para lo que es necesario "un buen reconocimiento previo" que todavía no está extendido a todos los niveles de competición.

La actual Ley de Protección de la Salud y Lucha contra el Dopaje en el Deporte ya prevé la realización de reconocimientos médicos y, desde hace unos meses, y a iniciativa del Consejo Superior de Deportes, se está trabajando en un reglamento que obligue a realizar reconocimientos médicos a todos los deportistas federados.

La propuesta inicial es que se haga un reconocimiento que sea "factible", ya que algunas iniciativas como la impulsada en Italia, incluye la realización de ecocardiogramas, una técnica complicada que "no es factible" en todos los niveles de competición, ya que "estamos hablando de más de tres millones de reconocimientos".

Según reconoce Manonelles, hay consenso en que "lo mínimo que se debe realizar es un electrocardiograma de reposo". Aunque el objetivo es que esta prueba se realice cada dos años, insiste en que "el más importante es el primero", sobre todo dado el alto porcentaje al que "no se les ha realizado nunca una prueba de este tipo".

"Es primordial", asegura Manonelles, dado que de las exploraciones físicas "es la que más rinde", dado que "da mucha información y permite diagnosticar muchas enfermedades de riesgo".

CADA CASO ES DIFERENTE Además, añade, en caso de detectar algún problema cardiovascular se pasaría a realizar un seguimiento anual acompañado de otras pruebas más precisas, si bien asegura que "cada caso es diferente". El objetivo de esta obligatoriedad es "convencer y no imponer", asegura Manonelles, que reconoce no obstante que "cuando se habla de temas económicos la cosa cambia" y la voluntad de las instituciones de proteger la salud de sus deportistas puede verse alterada, porque no es lo mismo un equipo de élite que otro de barrio.