«Yo creo que antes de que se contemple cualquier escenario, tenemos que recordar y tener en cuenta que todos los días hay más de 5000 contagios nuevos y alrededor de 400-500 muertos. Hasta que esto no se ponga prácticamente a cero me parece muy aventurado lo de hacer planes para volver a jugar o no y todo lo que vaya a pasar después». Lo dice un habitualmente analítico Carlos Andújar, extremo del Cacereño, sobre lo que se está hablando y tratando en torno a la forma de finalizar las competiciones, también en la Tercera extremeña.

El futbolista de Villagonzalo, que afirma que «me encanta entrenar» y que para él no es un sacrificio hacerlo, aunque sea de manera diferente y con las lógicas limitaciones, se prepara físicamente dos horas al día en su domicilio cacereño de la barriada de Hispanoamérica, en el que vive feliz junto a su mujer, Laura, su hija, Mia, y su perro, Nico.

Mínima posibilidad

«Yo veo muy difícil lo de volver a jugar, muy muy difícil», asegura categóricamente sobre lo que puede pasar en las próximas semanas o meses. «Las propuestas están ahí y se está hablando mucho de todo, pero…», añade a modo de incógnita cuando se le cuestiona sobre qué fórmula utilizaría él para resolver la liga.

Es clave en la particular forma de pensar de Andújar «prepararse mentalmente» en estos tiempos de pandemia para que, si así se puede, el retorno se pueda producir en la mejor de las condiciones, pero todo con la seguridad como condicionante no solamente principal, sino único. Para él, como para la mayoría, la salud es lo principal, muy por encima del deporte.

«Lo más importante de todo esto es saber asumirlo y llevarlo de la mejor manera posible», comenta el jugador, que cumpló el pasado 11 de abril 31 años. Unos días antes celebró confinado y también con la mayor ilusión el segundo aniversario de su hija, nacida en Villanueva de la Serena en los últimos meses que estuvo vinculado con el club de la localidad de Vegas Altas, con el que brilló durante años el extremo.

Pensando en Segunda B

Futbolísticamente, en cuanto a la meta trazada, él sigue pensando lo mismo que cuando llegó, la pasada temporada, y tiene lo que se entiende como una fijación: «mi objetivo es jugar en Segunda División B con el Cacereño la pretemporada que viene. Ese es mi gran reto, por supuesto», como ha repetido en más de una ocasión, con y sin confinamiento. En cualquier caso, no se obsesiona y opina que ello llegará cuando se dé esa posibilidad, cotejando al mismo tiempo que esta circunstancia no se puede producir a cualquier precio, con la seguridad como máxima antes de cualquier otra valoración.

En su día a día, dice que sigue una rutina, que procura respetar: «desayuno, saco al perro cinco minutos, que no se puede más vuelvo para entrenar y después por la tarde, después de la siesta, entreno otro rato rato con el plan de Alberto (Muñoz, preparador físico del Cacereño)».

Cuenta Carlos Andújar con esa naturalidad que le caracteriza habitualmente que intenta adaptarse de la mejor manera, Y ello, limitado por el espacio y que en ocasiones, para matar el gusanillo, «doy unos toques» a una pelota pequeña de su hija, único factor que le hace cambiar horarios en su día a día y que, dice a modo de anécdota, «echa de menos el fútbol». Y es que Mia es una habitual de los partidos del Cacereño en el Príncipe Felipe, donde disfruta saludando cariñosamente a su padre antes y después de los encuentros.

El de Villagonzalo tendrá hoy su rutina desde la tranquidad que le da una personalidad y una experiencia que le confieren una prudencia incuestionable, que no especula. El riesgo, se podría convenir en ese caso concreto, llega en cada galopada por la izquierda con el balón en los pies. Aquí, con el virus en el ambiente, amenazante, no se puede ser tan vertical como él porque hay mucho en juego, y no precisamente puntos.