El pasado día 6 este periódico titulaba un reportaje: ‘Ribatrans-Carlos Ordóñez, el cambio en el CPC’. Dicho y hecho. La empresa de transporte y su administrador único serán los dueños del casi centenario Cacereño en breve plazo. Todo se está ultimando estos días bajo el más estricto sigilo público. Pero la operación está ‘atada’: el decano del fútbol extremeño tendrá propietario local de manera oficial, con todo lo que ello supone. Hay un nombre detrás de ello: el agente de transportes Carlos Ordóñez (Cáceres, 2-10-1974) y una firma del gremio: Ribatrans.

Los detalles se conocerán en las próximas semanas de su propia cosecha. El protagonista, cauto, no quiere salir a la palestra hasta que no se firme el último documento, pero cualquier atisbo de duda está aparentemente disipado. Tras varios meses de duro trabajo en la sede de Ribatrans y en la del propio CPC y tras salvar numerosos problemas de índole documental, se está en la recta final de un proceso que abrirá una nueva época en el club con unas expectativas importantes.

Y es que Ordóñez, casado con una cacereña y con un hijo, controlará el CPC desde el año de su centenario. De hecho, su contribución ha sido decisiva para la estabilidad de la entidad en los últimos meses al aportar todo lo necesario. Los jugadores y el cuerpo técnico, al día, están encantados y hasta el propio empresario ha estado detrás de los arreglos del césped del Príncipe Felipe, mejorado en el pasado domingo en el Cacereño-Valdivia.

La que será nueva propiedad, que no quiere mirar atrás (de hecho ha mostrado en privado su agradecimiento a Antonio Martínez Doblas y Álvaro López) quiere abrir una nueva era en el Cacereño, con la ambición y la transparencia como señas de identidad.

DESDE CARRASCO / Desde los tiempos de Ángel Carrasco no había llegado un dirigente local al frente del CPC. Ordóñez, que vive en Cáceres (las oficinas de Ribatrans están ubicadas en Virgen de Guadalupe), pasó sus primeros años en la pedanía de Rincón de Ballesteros. Y ese origen cacereño ya se interpreta como un plus que le puede dar cercanía a la entidad verde. Su inmediato objetivo deportivo es inequívoco: el ascenso a la Segunda División B si puede ser este mismo año.

Solvente y con fama de serio en sus negocios, Ordóñez tiene transportes y corcho, que haya conocido este periódico, que le han reportado una estabilidad importante a su pujante grupo de empresas. Y el Cacereño le motiva especialmente.

La dificultad de la transacción desde Doblas y López hasta Ordóñez está siendo importante, pero se están terminando ya de atar los últimos cabos. También habrá un consejo de administración, presidido por él y con gente de Cáceres, que se conocerá también en las próximas semanas, al igual que el gabinete jurídico que está detrás de la compleja operación.

Además, seguirá siendo un hombre fuerte en la estructura el actual director general, Luis Puebla, clave en las negociaciones para el traspaso de poderes.

Aunque no quiere hacer declaraciones, de su entorno se exalta su capacidad de diálogo, su transparencia y su amor por Cáceres, algo que puede ser extraordinariamente valorado en un club que puede cambiar mucho en los próximos meses, según es la primera idea.

Ordóñez ya ha tenido contacto con el cuerpo técnico y los jugadores. No se pierde un partido, ni siquiera fuera de casa, desde que, ya en los principios de temporada, se esté gestando la compra de la entidad. En el pasado verano ya se anunció como uno de los patrocinadores del club, en un acuerdo firmado con una vigencia para tres campañas y que se ha traducido en una amplia presencia de la imagen de su grupo tanto en el estadio como en los alrededores.

Ahora lo que se está gestando es bastante más importante: Ordóñez y Ribatrans controlarán de este modo la mayoría de las acciones de la sociedad anónima deportiva después de que se culmine todo.