Comenzó a preparar esta victoria mientras evolucionaba el Mini en la edición del 2019 en Suramérica. Y aquí, en el estreno de la carrera en Arabia, Carlos Sainz ha dado una lección de velocidad, consistencia, experiencia y serenidad para plantarse en la última etapa con todos los pronunciamientos para embolsarse su tercera corona a los 57 años. Ayer abría carrera en la segunda etapa maratón, pero solo perdió siete minutos para ser tercero antes dos fieras: Nasser Al-Attiyah (Toyota) y Stépahen Perterhansel (Mini). Hoy arrancará con la ventaja de salir por detrás de ellos y con un colchón de siete minutos.

Caminos de tierra, piedras, incluso asfalto separan a Sainz de su tercer Dakar, una última etapa reducida de los iniciales 374 kilómetros a 166 porque la construcción de un nuevo gaseoducto -aquí en Arabia deben construirlo como quien instala unos bancos en un parque- ha partido por el medio el libro de ruta diseñado hace unos meses. «Un pinchazo, un error de navegación...», masculla Sainz cuando alguien le felicita antes de tiempo. Nadie mejor que él sabe lo que es perder un título en los últimos metros del último tramo cronometrado; nadie mejor que quien ha cubierto 13 ediciones del ‘raid’ más duro del mundo para saber que hacer ahora: «Las canas sirven de algo».

Ayer hizo lo que debía, minimizar los daños de abrir pista como vencedor de la etapa anterior. Así que, simplemente, marcó al resto del ‘big three’ al Toyota de Al-Attiyah, y a su compañero en Mini, Peterhansel. Tres minutos en el primer punto de paso, cuatro en el segundo, 6,14 en el tercero, 6,53 en el cuarto, 7,09 en el quinto, 7,10 en el sexto, 8,03 en la meta…

Todo fue según el guión establecido para salir hoy detrás de ellos, con 10 minutos de colchón. Solo tiene que seguirles, nada más, aunque se confundan de ruta. Con que les siga, tendrá ganado su tercer Dakar frente a dos monstruos con quienes comparte un férreo dominio de la prueba. Fuera de ellos nadie ha ganado desde el 2010. Solo Ari Vatanen tiene más etapas (50) que ellos.

La de hoy será la última oportunidad de victoria para Fernando Alonso, que ayer firmó un sexto tras una fenomenal remontada arrancando en el puesto 113. Adelantó a más de 100 coches «un poco en modo Le Mans».

Y en motos, el ataque de Pablo Quintanilla (Husqvarna) llegó tarde. El chileno se adjudicó el triunfo en la penúltima etapa, pero la distancia con el líder Ricky Brabec (Honda) aún es de 13:56 minutos, un colchón que el americano puede administrar perfectamente el último día. Brabec salía justo detrás del vencedor del día anterior Joan Barreda (Honda), y eso es mucha desventaja para ambos, que acabaron a más de 11 minutos de Quintanilla. Barreda perdió la tercera plaza en la general en favor de Toby Price (KTM).