El hospital KAT de Atenas tiene cinco salidas. En la principal, una cincuentena de periodistas montan guardia desde el pasado viernes. Algunos llevan 72 horas seguidas sin moverse, esperando a que los pacientes que ocupan la habitación 601, 602 y 603, Kostadino Kenteris y Ekaterini Thanou, la abandonen para declarar ante la Comisión de Disciplina del COI.

Pero deberán seguir esperando ya que el COI les ha dado un plazo extra de 48 horas para que se recuperen de las heridas del supuesto accidente de moto y puedan trasladarse hasta el Hilton para prestar declaración. En teoría, lo harán mañana a las 9.30. "Una farsa", comentan algunos colegas griegos en voz alta mientras piden, pasadas las 12 de la mañana, su quinto frapé (café con hielo picado) en la cafetería Lotos, situada frente a la entrada del KAT.

Aparece un cochazo oficial y se abren las puertas. Del furgón policial aparcado tras la verja surgen cuatro policías para reforzar la seguridad de la entrada. Las cámaras enfocan al oficial entre los barrotes, como si estuvieran apuntando sus objetivos a una cárcel. "Es un forense", comenta un colega griego, "pero no creo que tenga que ver con este caso". Los periodistas vuelven a descansar sus cámaras en los trípodes. A la sombra. En Lotos les han prestado algunas sillas, que ahora ocupan las presentadoras mientras se maquillan para entrar en directo en el informativo de las 13 horas.

En la terraza de la quinta planta del hospital pueden distinguirse varios curiosos con bata, probablemente médicos o empleados del hospital. O un enfermo imaginario, en comunicación con alguno de los periodistas que hacen guardia fuera. "Si salen, aunque sea por otra puerta, lo sabremos", comenta uno de ellos con complicidad.

Llega una ambulancia. Cámara al hombro otra vez para grabar una escena ya vista. Nada. Tiene ventanillas tintadas. Imposible saber quién va dentro. Y regresan a la cafetería de la calle Nike 7. Nike, la diosa de la victoria en el número 7. Pero no hay suerte. Suenan varios móviles. La noticia está en el Hilton, cuartel general del COI.

Aquí, a los periodistas no se les permite situarse en la entrada. Salen Michalis Dimitrakopoulos y Christos Tsekos, abogado y entrenador, respectivamente. El abogado, al ver acercarse a una veintena de cámaras de televisión y a medio centenar de periodistas a la carrera, recula hasta que no puede más. "He prometido a la Comisión Disciplinaria del COI que, sea cual sea el estado físico de mis clientes, el miércoles comparecerán para declarar". Un supuesto periodista griego le grita "sinvergüenza", pero el letrado ni se inmuta. Y se van, abogado y entrenador, cada uno por su lado.