La confirmación oficial de que se había producido un caso positivo por consumo de EPO enturbió ayer la fiesta final del Tour del centenario, en una edición que se había caracterizado por la absoluta tranquilidad en el conflictivo tema del uso de sustancias prohibidas. La organización de la ronda francesa eludió dar el nombre del ciclista infractor, a falta de efectuarse el correspondiente contraanálisis de orina.

Daniel Baal, principal ayudante de Jean-Marie Leblanc en la organización y conducción del Tour, fue la persona que dio veracidad a una información que empezó a circular por la caravana del Tour el pasado sábado. Baal se negó a comentar el nombre del ciclista, aunque sí dijo que no se trataba de ninguno de los principales protagonistas de la carrera. Aseguró que era un corredor que había pasado desapercibido en la competición, que no había ganado ninguna etapa ni destacado provisionalmente en la clasificación general. También dijo que no se encontraba entre los ciclistas que ayer desfilaron por la avenida de los Campos Elíseos.

La Unión Ciclista Internacional (UCI) ha sido la responsable a la hora de efectuar los férreos controles antidopaje que se han venido desarrollando en la última edición del Tour. Observadores del AMA (Agencia Mundial Antidopaje) velaron por la seriedad de los análisis, que también han sido controlados por funcionarios del Ministerio francés de Deporte y Juventud.

Según una fuente de toda solvencia, el ciclista afectado fue retirado del Tour por su equipo, en cuanto conoció que su nombre figuraba como el responsable de un positivo con EPO. El infractor fue descubierto en un análisis por sorpresa, realizado para buscar, a través de la orina, el consumo de la hormona de la eritropoyetina y de anabolizantes. En los controles efectuados, en la misma llegada al término de las etapas, no ha trascendido que haya habido ningún problema.

Este año tampoco ha habido incidentes con la policía francesa. De hecho, los férreos controles a los vehículos, camiones y autocares de equipos sólo se efectuaron los años 1998 y 1999. Posteriormente, únicamente de forma muy esporádica, la gendarmería ha ido parando a los coches de los conjuntos ciclistas.