Resultó ser una hermosa lección de generosidad. Más que una carrera de ciclismo, fue un tratado de altruismo y solidaridad que llevó al menos esperado al olimpo. Se pensó que sería Valverde el campeón. Pues no. Se creyó en Freire y su inabordable punta de velocidad. Pues tampoco. Acabó antes de tiempo en el box de España porque unas inoportunas molestias estomacales le bajaron de la bici. Se intuyó que Contador tendría opciones, pero también él quiso dejarse la vida, como el resto, para que Samuel Sánchez disputara el kilómetro de su vida.

El suizo Cancellara llegaba como un tren, dispuesto a colarse en el último segundo. Pero entonces, apareció Samu. Lean el relato del kilómetro que ha cambiado la vida de un ciclista. La historia de un oro contada por él mismo.

DE TRES A SEIS "Veníamos los tres, Rebellin, el italiano, Schleck, el luxemburgués, y yo. Le iba diciendo en la curva que fuéramos a tope porque si no nos pillarían. Les dije: Vamos los tres, o sea hay chapa para todos´". No contaban, sin embargo, con un tren suizo. "Cuando vi que entraba Cancellara, pensé: Buah, ´esto se va a complicar´". Y se complicó mucho, tal vez demasiado. "También sabía que debían haber hecho un gran esfuerzo para cogernos porque habíamos dado unos relevos muy fuertes. Seguro que venían tocados". Así fue. Tocados estaban, pero juntos.

Donde antes eran tres ciclistas para tres medallas pasaron a ser seis para solo tres, porque, además de Cancellara, llegaba el ruso Kolobnev y el australiano Rogers. Demasiada gente para tan poco podio. Fue entonces cuando Samuel, enzarzado en una pelea épica con cinco enemigos, dibujó rápidamente en su cerebro el ataque que le llevaría a la gloria más preciada, en un terreno con una fuerte subida, con un desnivel del 10%.

"Cuando arrancó Kolobnev y Cancellara, pensé: Ahora, ahora, en estos 50 metros, tengo que irme. Empecé a bajar piñones sin atascarme, cerré los ojos, respiré hondo y me dije: ´¡A tope! ¡Hasta donde llegues!´" Llegó a la meta antes que nadie y cuando abrió los ojos era campeón olímpico. "¡Dios mío! No me lo podía creer, no sabía qué hacer. Estoy sobrepasado. Todavía no soy consciente de esto", confesó asombrado el ciclista asturiano antes de calificar de "perfecto" el trabajo del equipo, que le guió hasta el lugar más elevado del podio. "No ha sido una selección, ha sido un equipo. El capitán Sastre me ha dado mucha tranquilidad, y Paco Antequera", dijo en relación al técnico, "nos llevó de maravilla".

EN CUERPO Y ALMA Cuánta razón tenía Samu porque la lección de generosidad empezó en Sastre --"todos tenemos sabor de oro", dijo luego el ganador del Tour-- y acabó en Contador. "Nuestra estrategia era para que ganaran Valverde o Freire, pero Samuel aprovechó su opción, Me alegro de corazón", explicó el vencedor del último Giro, quien abandonó en la última vuelta. Ambos entregaron su cuerpo y hasta su alma al compañero. No fueron los únicos. "Fue la táctica del despiste, sabíamos que Samu estaba fortísimo. Ha sido una carrera loca, Bettini y yo nos vigilábamos y él lo pudo aprovechar. No se puede pedir más", afirmó Valverde. Mientras los otros se miraban, Samuel se coló por dentro, cerró los ojos y ganó. La más bella historia de generosidad y amistad.