César Castro y Miguel Durán han vuelto a poner a la natación extremeña en primera fila durante el pasado fin de semana en el Campeonato de España absoluto de invierno, disputado en Castellón. Tanto el placentino como el almendralejense subieron a lo más alto del podio en respectivas en sus ‘pruebas fetiche’, los 400 y 200 metros libre, y se posicionan muy bien de cara a la batalla de conseguir marca mínima para los Juegos Olímpicos de Tokio, pospuestos al próximo verano.

El covid-19 puede que les haya venido bien a sus aspiraciones de clasificarse para la cita asiática, para la que no habían logrado el registro necesario, ni antes ni ahora. Pero las esperanzas están ahí.

«Es un buen resultado», dice con su habitual candidez Castro. oro en el 200 con 1:44.70. Es la prueba a la que mejor se ha adaptado después de tener que reinventarse. Iba a para dominador de las pruebas de fondo (800 y 1.500), pero sus problemas en el hombro le obligaron a cambiar a distancias menos largas pero más explosivas. «Me estoy encontrando bastante bien. Todo eso de las lesiones creo que lo he dejado ya atrás», señala.

Después de caerse de la convocatoria para Río-2016 por ese motivo, su obsesión es lograr la clasificación para Tokio lo antes posible: si no es dentro de dos semanas en una nueva cita en Castellón, en su Open Internacional, tendrá que ser ya en el 2021.

A lo sucedido en los 400 le añadió ser el mejor español en los 100 metros libre con una marca de 48.13, aunque fue superado por Konrad Cerniak: «También me encontré muy bien».

Para Durán, oro en los 400 libre (3:43.07), «está bien ganar, pero si no bajo mi marca personal no es lo mismo. Esta vez lo he logrado y eso me motiva a seguir entrenando mucho más duro para lo que viene». Dice estar «muy contento», sobre todo por la perspectiva de que va a progresar todavía más. «Puedo estar ahí para la mínima de Tokio. No sé si cerca-cerca, pero un par de segundos creo que ganaré», explica.

Lo suyo con los Juegos Olímpicos también tiene su parte de revancha. En Brasil su imagen llorando tras ser descalificado por saltar al agua antes de tiempo --escuchó un grito en el público-- dio la vuelta al mundo. Luego fue readmitido, pero su concentración se había volatilizado y terminó último en su serie con una marca muy alejada de lo que podía dar. «Es una espina que tengo clavada, sí», asume.

En Castellón, ambos compartieron prueba en el 1.500, que se tomaron casi como un entrenamiento. «Yo llegaba después de ocho horas de viaje en autobús y nadé un poco para soltarme porque era el primer día. Yo creo que no lo hice mal a nivel de marca», comenta Durán, que concluyó sexto, justo por detrás de Castro. «Es totalmente distinto nadar un 1.500», relata el placentino con un punto de nostalgia.

La natación es un deporte especialmente sacrificado. Los dos deportistas extremeños confiesan que ningún día entrenan menos de cuatro horas. «Me conozco uno a uno los baldosines de la piscina de Tarrasa», suelta con gracia Durán, que está en el club de la ciudad catalana. Castro lleva dos años en el Santa Olaya de Gijón, donde también está la emeritense Paloma Marrero, que fue baja en Castellón por una inoportuna rotura muscular.

EL CONFINAMIENTO / Coinciden en haber olvidado ya los difíciles días de la eclosión de la pandemia, cuando tenían que estar alejados de las piscinas. «A mí el parón no me vino bien, obviamente, pero luego he estado retomando la normalidad en lo que se ha podido», sostiene Castro. «Podía haber logrado la mínima entonces y estaba todo encaminado para eso porque tenía unas semanas específicas de preparación para lograrlo», añade. Ahora tendrá una segunda oportunidad para ello, aunque con la mayor parte de los nadadores de élite españoles, echará el resto ya en el 2021, en el campeonato nacional de Sabadell.

«El confinamiento me pilló en Sierra Nevada y vino mi padre a recogerme para estar todo el tiempo en Almendralejo. No lo hemos pasado bien, manteniendo la forma física como hemos podido, pero ya estamos otra vez al pie del cañón», termina Durán.