Aunque es terco como pocos y suele conseguir siempre lo que se propone, a Cesc Fábregas (1987, Arenys de Mar) jamás se le pasó por la cabeza vivir un momento como el de la tanda de penaltis ante Italia. El, que no miraba el punto fatídico desde los 15 años, cuando correteaba en los cadetes del Barça, se convirtió en el verdugo del campeón del mundo. El jugador más joven de la selección no solo tiró el lanzamiento decisivo sino que engañó al poderoso Buffon y abrió las puertas del éxito a un grupo cansado de regresar a casa sin ningún premio.

El equipo español había ensayado los penaltis en los entrenamientos previos a los cuartos. Cesc no entraba en ninguna de las opciones preferentes. El fue el primer sorprendido cuando Aragonés cogió la libreta, apuntó los cinco nombres y los dijo en voz alta y clara. "¡El último lo tira usted, Cesc!". Y el guión le reservó el papel de primer protagonista. Güiza estrelló el cuarto lanzamiento en Buffon, Casillas devolvió la ventaja a España y entregó el relevo a Cesc. El jugador catalán era el elegido para romper la maldición de los cuartos, y no falló. "Sé que para mucha gente ha sido difícil confiar en mí. Tenía que demostrar que en los momentos importantes también puedo sacar al equipo adelante. Se ha hablado mucho de mi suplencia y mi rendimiento y a lo mejor un gol no significa nada, pero para mí ese penalti significó muchísimo", dijo ayer el centrocampista catalán.

Su felicidad era evidente. Ni en las partidas de consola que juega con sus compañeros se vio nunca en un trance similar. "No tiraba un penalti desde los 15 años", reveló. Entonces, era un chavalín que vestía la camiseta azulgrana y mostraba su calidad por los campos de tierra catalanes. Meses después llegaría el Arsenal para llevárselo a Londres. Allí se ha convertido en uno de los mejores jugadores de Europa, pero en la selección aún tiene por delante a Xavi, algo que sigue sorprendiendo a la mayoría de medios extranjeros.

CAMBIO DE ANIMO Tras sufrir un bajón anímico, Aragonés le tenía reservada una cita con la gloria. "Fue un momento que me regaló la vida para demostrar que se podía confiar en mí", insistió. ¿Por qué tomó esa decisión el veterano entrenador? "Los motivos son íntimos, pero sabía que lo iba a meter. Estaba seguro. Va a ser un fuera de serie". Aragonés quería recompensar al jugador, que ha sufrido mucho con su suplencia. Le entregó el mando del equipo en el minuto 60 y confió ciegamente en su calidad en la tanda decisiva. Y Cesc no defraudó. Ni a él ni a millones de espectadores, que convirtieron su lanzamiento en lo más visto en la historia de la televisión en España.

EL ENGAÑO A BUFFON El cerebro del Arsenal nunca olvidará esos instantes, desde que plantó el balón hasta que batió a Buffon. Las palabras de apoyo a sí mismo, la mirada fija en el portero y el engaño final. "Solo quería chutar para marcar y que se acabara todo. Vi que el portero se iba para la izquierda, el sitio por donde lo iba a tirar, pero al final cambié la dirección".

La cara de Cesc ya no se parece en nada a la de los primeros días de concentración en Neustift. Entonces estaba deprimido.