Todo el mundo tiene sueños. Que si un buen trabajo, que si una casa en la costa, que si un apartamento en la montaña... Isidro Nozal, el corredor que ha revolucionado la Vuelta a España hasta el punto de estar a un paso de ganarla, no iba a ser la excepción. No lleva libros, ni diarios en su maleta. Sólo un par de revistas de camiones. Conoce todos los modelos del mercado, su cilindrada, su capacidad de carga...

Nozal, inexperto en el arte de responder a los periodistas, ya se muestra esquivo con la prensa. "No es porque sea un maleducado, es que no me gusta la fama". Sólo una vez ha deseado ser protagonista con su jersey dorado: la semana pasada, en Sabadell, cuando se le acercaron un redactor y un fotógrafo de una revista especializada en camiones.

Su sueldo, por ahora, una ficha de buen gregario, no le permite a los 25 años hacerse muchas ilusiones. Su padre conduce un camión mediano.

En julio, en uno de sus altibajos, Nozal quería dejarlo todo, abandonar el Tour, colgar la bicicleta y dedicarse al transporte. Acabado el Tour, se fue a casa de su novia, en Oviedo, se olvidó de competir, de sus compañeros. De todo, menos de sus revistas de camiones y de sus discos de Manolo Escobar, el único artista que le gusta. Y recuperó la ilusión de forma incontestable.