"Para poder triunfar en el fútbol, por la experiencia que he tenido yo mismo, has de tener un buen padrino o suerte. Yo no he tenido ninguna de las dos cosas". José María Martín García, 'Chema Martín' (Barakaldo, 5 de diciembre de 1987), tiene tanto descaro fuera del fútbol como dentro de un terreno de juego. El futbolista del Coria, máximo goleador de la Tercera División extremeña, es el jugador de moda del grupo por su extraordinaria fiabilidad viendo puerta contraria.

Chema acumula el espectacular promedio de anotar un gol por partido, aunque uno de ellos, logrado ante la UP Plasencia, no fuera oficialmente reconocido por el árbitro en el acta, atribuyéndoselo a un compañero de equipo. Una estadística que ha hecho del media punta una inexcusable referencia para su club, sorprendentemente metido entre los cuatro primeros clasificados y, según él mismo, con visos de permanecer ahí en lo que resta de campaña. "Yo creo que sí lo podemos hacer, aunque nadie contara con nosotros al principio", apuntaba por la mañana desde su domicilio cauriense.

El jugador nació en el País Vasco por circunstancias especiales. Fue en el transcurso de unas vacaciones que sus padres pasaron visitando a unos abuelos que eran, como tantos otros, emigrantes. "Al mes, ya estaba por aquí, está claro que yo soy de Coria", agrega con sumo orgullo.

Casi 26 años después, el protagonista compatibiliza el fútbol y su trabajo, por épocas, en la fábrica de conservas vegetales Cidacos en su localidad natal. Ahí se gana realmente la vida porque no es un profesional del deporte, aunque sí lo hubiera querido ser. Aún está a tiempo de ello, en cualquier caso.

La historia futbolística de Chema arranca realmente 10 años atrás, cuando debutó con el Coria en Tercera División con Sergio González de entrenador. "Jugué la segunda vuelta entera y metí tres o cuatro goles", cuenta.

Chasco

El futbolista prometía. Y mucho. La temporada siguiente firmó por el Flecha Negra de Badajoz, en División de Honor juvenil. De ahí al Cerro de Reyes, debutando en Segunda B con 18 años. "Pero llegó Tébar y nos dijo que los 6 de la sub-23 no íbamos a jugar", recuerda con un halo de malestar indiscutible. La carrera de Chema se estancó. Probó en el Guadalajara, "hubo una confusión" y no se quedó y se decidió por el Jerez, "pese a que tuve después ofertas del Villarrobledo o el Almansa, hablé con gente".

Al final, una temporada después, volvió Coria, donde este año cumple su quinta temporada consecutiva. Y todas ellas, sin bajar de los 10 goles anotados: 14, 12, 15, 11 y en éste va camino de romper su récord, evidentemente. "A ver si puedo meter entre 20 y 25", desea.

Juega con absoluta libertad, a lo Messi en cualquier lugar de ataque. Su entrenador, Rafael Rincón Rus, valora su progresión y asume que es el jugador que marca la diferencia, aunque para él el bloque sea lo realmente importante. "Es muy bueno, uno de los mejores de la categoría". Como el propio Chema, Rincón Rus dice abiertamente que tiene una calidad "más que suficiente" para militar en superior categoría.

Chema desprende confianza. "Si no la tuviera yo...", afirma, dando por hecho, como muchos, que podría estar en Cacereño o Arroyo en Segunda B. Un ejemplo palmario así lo demuestra: el domingo, en el Azuaga-Coria (0-0) lanzó una falta a la madera. "Ya había empezado a correr a celebrar el gol", asegura, creyendo que el destino de la pelota iba a ser la red. Después protagonizaría otro tiro al poste. No acertó Chema... por una vez.

¿El futuro? Quién sabe. El pasado verano le llamaron Badajoz CF y Mérida. Y no le gustó que el técnico de este último, Bernardo Plaza, le apalabrara su fichaje "y después no me llamó ni para decirme que se había hecho otros planes".