Voy a jugar con mis amigos de toda la vida. Tal y como se ha puesto el baloncesto profesional y la vida, no tiene seguido seguir jugando a esto, con todos los sacrificios que conlleva". Es lo que dice Carlos Cherry, con su habitual desenfado, para explicar lo que es algo parecido a una retirada. Pasará la próxima temporada de ser un jugador habitual en la ACB y en la LEB Oro --los dos últimos años y medio en el Cáceres-- a hacerlo en la cuarta categoría, la Liga EBA, con el Etiquetas Macho de Morón de la Frontera.

Vuelve así a casa, a Sevilla, para estar más cerca de su familia y centrarse en los negocios que ha ido impulsando poco a poco. El principal es una empresa de distribución que ahora será su principal ocupación. "No sé si terminaré la temporada con Morón. Como vea que el trabajo me ocupa demasiado tiempo, tendré que dejar de jugar definitivamente", añade. No parece haber un atisbo de pena en sus palabras: lo tenía meditado desde hace tiempo porque, como en el mundillo de la LEB se reitera, lo que están ofreciendo los clubs ha bajado espectacularmente. El Cáceres ni se planteó hacerle la renovación.

"No me compensan las ofertas que ha tenido. Prefiero jugar para divertirme", resume Cherry, uno de los iconos del Cáceres en las últimas temporadas, sobre todo por los espectaculares meses que protagonizó cuando llegó como revulsivo mediada la campaña 2010-11. Después, los problemas físicos le hicieron ir perdiendo peso en la franquicia, aunque siempre requirió mucho protagonismo. "Me quedo con la gente que he conocido, como Julia y Pepe, que me daban de desayunar en el Horno de Santa Eulalia", remarca.

"Deportivamente hay épocas buenas y malas. Yo ya sé lo que es esto hace mucho. Si entra la pelotita eres bueno y si no entra, eres muy malo, aunque hayas hecho el mismo trabajo. En Cáceres he estado a gusto, adaptándome a que en Extremadura pasan cosas increíbles, que no pasan en ningún lado", añade Cherry, que el próximo 25 de octubre cumplirá 33 años.